jueves, 31 de julio de 2014

Duda de lo que quieras, pero nunca de ti mismo. Christian N. Bovee


                                                                                                                           XCaret, septiembre 2008



            Vale, y ahora… Decirme si alguna mamá puede decir en voz alta esta frase sin sentirse como Pinocho. Antes de quedarme embarazada, era fácil. Bueno, quizá había situaciones que te hacían sentirte un poco insegura, como un examen o una entrevista de trabajo, pero salías airosa sin demasiados problemas. Pero desde que supe que iba a ser mamá… No ha habido libro ni consejos que me preparasen para seguir siendo una mujer segura de mí misma y de mis decisiones.


            Primero, la matrona me dio un libro en el que se explicaban los síntomas del embarazo y a pesar de saber que era lo normal, iba cayendo en cada uno de ellos. El primer trimestre las dudas porque aún no sientes nada y el embarazo no parece real. Para los que me seguís desde el primer día, sabréis que nos costó casi dos años quedarnos embarazados; y después de que el médico nos dijese que sólo teníamos un 30 % de posibilidades de tener un niño, me pasé los primeros meses deseando notar sus pataditas y muerta de miedo por si lo perdía. Crees que las dudas se acabarán cuando lo tengas en brazos, lo puedas abrazar y proteger; pero, al menos, en mi caso, aunque me siento infinitamente más tranquila y segura viéndolos, la confianza en mis decisiones ha mermado muchísimo, al menos, en lo que afectan a la crianza.


            A ver si os suena una de estas situaciones: tu bebé recién nacido o de pocos meses, aún os estáis cogiendo el tranquillo el uno al otro, empieza a llorar y una de las personas que ha ido a visitaros te dice, sin ninguna mala intención, que le abrigues porque tiene frío. Pero otra te dice que necesita el chupete para relajarse. Y llega una tercera para sugerirte que le des de comer. Tú te vuelves loca, creías que sólo necesitaba que le abrazases y le arrullases, notar tu cariño, pero ya no sabes si estás en lo cierto o a quién hacer caso.


El bebé crece, come cada pocas horas de noche, así que decides dejar su cuna en tu cuarto para no despejarte cada vez que le das el pecho. Pero tus amigos te dicen que lo estás mal acostumbrando y tu pediatra que tienes una “mala higiene del sueño”. Y tú te preguntas si estarás anteponiendo tu descanso a sus necesidades, si siendo tan pequeño algo así le puede afectar de verdad en sus hábitos de sueño.

Y cuando está aprendiendo a comer y empieza a tomar alimentos sólidos… Un pediatra te dice que no puede tomar productos potencialmente alergénicos como fresas o mariscos antes de los tres años. Pero el de tu mejor amiga le ha dicho que puede tomar de todo desde los 9 meses, siempre y cuando se lo vayas introduciendo poco a poco para ver si le sienta mal. Y tu padre pone cara de susto e incredulidad cuando le cuentas que el médico te ha dicho que no puede comer pescado azul porque puede tener mucho mercurio. Y tú ya no sabes qué darle.

            ¿Os suena? Pues para los que aún tenéis un bebé os diré que las dudas no desaparecen. La elección del colegio es una pesadilla; y peor aún, la espera hasta que te dicen si ha entrado. Y después, las extraescolares. Durante los primeros años de su vida son como esponjas, lo aprenden todo sin esfuerzo y has oído que la música y el ajedrez ayudan mucho al desarrollo del cerebro. Pero no puedes dejar de lado los idiomas, ¿sólo inglés? Ahora se está poniendo muy de moda el chino… Y tienen que hacer alguna actividad física y como vives junto a la costa crees imprescindible que aprenda a nadar. Pero sólo tiene tres años, acaba de empezar el colegio, sale medio dormida porque no tiene tiempo de echar la siesta y tampoco quieres saturarla. ¿Qué hacer entonces? ¿La apuntas a alguna clase? En caso de que así sea, ¿cuál es la más importante?

            Pero tranquilos, que no os digo todo esto desde un punto de vista negativo, y es que creo que esas dudas son las que nos hacen ser unos padres y madres estupendos. Las decisiones que tomemos serán las correctas porque las haremos desde el cariño y con la cabeza. Está bien escuchar a los demás porque podemos aprender de sus experiencias. Es más, cuanto más escuchemos y más leamos, más cuenta nos daremos de que no hay una única forma correcta de hacer las cosas. También debemos pensar que pocas decisiones son irremediables, casi todas pueden cambiarse.

            Personalmente me gusta educar a mis chiquitines desde la base de la rutina, firmeza y cariño, mucho cariño. No siempre es fácil y alguna vez la paciencia se me acaba y acabo gritando o haciendo algo de lo que me arrepiento, como un castigo desproporcionado. Pero en el día a día, en casa, tenemos claro lo básico y creo que conseguimos transmitírselo. Y eso me gusta. Después de mamá, papá, sí y no la siguiente palabra de Silvia fue “to”. Para los que os habéis perdido el post en el que lo mencionaba, todos los días, al cambiarle el pañal, casi desde que nació le decía “te quiero todo, todo y todo”, hasta que un día cuando empecé la frase: “te quiero…” no me dio tiempo a terminarla porque ella se me adelantó con un “toooooo”. Y su profesora de guardería me decía que cuando no conseguía dormirse la siesta siempre le decía: “no me voy a dormir, pero te quiero mucho”. Es una niña cariñosa, educada, obediente, ordenada, que come de todo y juega con todos los niños que encuentra. Sergio es un niño. Debo reconocer que es algo más rebelde y con prontos más marcados que los que tenía su hermana a su edad, pero es sorprendentemente ordenado para tener sólo 19 meses y lo más cariñoso que hay sobre la tierra.

            Pero ¿queréis saber cuál es el comentario que más me gusta de todos cuantos oigo? Lo felices que se les ve. ¿Acaso no es lo que todos queremos para nuestros niños? ¿Qué estén sanos, fuertes y que sean muy felices? Esto no es difícil de conseguir. Créedme, aunque parezca imposible, si tratamos a nuestros hijos con respeto y cariño e intentamos tener las conductas que tanto deseamos que ellos sigan para ser buenos ejemplos. Si tenemos el valor de pedirles perdón cuando es necesario ellos aprenderán la humildad que se necesita para disculparse sin pensar que es un signo de debilidad. Si les hablamos con propiedad, les explicamos las cosas de forma sencilla, pero sin mentiras y ocultamientos y les animamos a preguntar estaremos incentivando su curiosidad y aprendizaje. Lo sé, es difícil. A mí también se me escapa algún “porque sí”, pero en frío y razonadamente siempre le digo que nunca se conforme con esas respuestas. Os prometo que todo se les queda porque hace un par de días se me escapó un “porque sí” y mi hija me soltó un “porque sí no, mamá”. No pude por menos que reírme y contestar a lo que me había preguntado.

            Así que si admitís un consejo de esta desconocida que está aprendiendo a ser mamá y mejor persona cada día desde hace tres años, lo mejor que podéis hacer es tener claro los valores que le queréis inculcar y la clase de persona que queréis que sea. Si tenéis esto claro, lo siguiente que tenéis que hacer es planear la forma de transmitírselo, decidir las normas de vuestra casa (pocas, pero firmes) y mostraros tal y como sois con ellos. Compartid vuestros hobbies y no los infravaloréis, son mucho más listos y capaces de lo que nos creemos. A mí me sorprenden cada día. Dejad que hagan lo mismo con vosotros y todo saldrá bien.

miércoles, 30 de julio de 2014

El cochecito leré


                                                                                                                                     Dublín, abril 2010
El cochecito leré
Me dijo anoche leré
Que si quería leré
Montar en coche leré

Y yo le dije leré
Con gran salero leré
No quiero coche leré
Que me mareo leré

El nombre de María
Que cinco letras tiene
La M, la A, la R, la I, la A
María


             Parece que la canción dice “cocherito”, pero os dije que os iba a contar las canciones que les canto a mis niños cada noche para que se duerman. Y, aunque hoy día, especialmente con Internet, es fácil encontrar cualquier cosa que uno necesite, como las letras de estas canciones, lo cierto es que se siguen transmitiendo mediante el boca a boca. Y así, tal y como os la he contado, es como yo la recuerdo.