miércoles, 25 de marzo de 2015

Preparando la maleta para el hospital



Para mamá
Para el Recién Llegado
Cartilla de la Seguridad Social y Documento de Salud de Embarazada
Carro o mochila porta bebés (yo lo llevaría el día que vayáis a salir)
Camisón o pijama, bata y zapatillas
Bodys
Neceser
Pijamas
Muda completa
Gorrito
Braguitas desechables
Manoplas
Sujetador de lactancia
1 muda bonita para el día que salgáis
Teléfono móvil, cargador y cámara de fotos
Abrigo



        Habitualmente se habla de la “canastilla del bebé”, pero para ser sincera, una canastilla no es el mejor método para llevar todo lo que necesita el peque y, como siempre, se hace caso omiso de la pobre mamá. Somos protagonistas durante 9 meses y, después, pasamos a un segundo plano para siempre porque en el segundo embarazo la gente sigue dando prioridad al primer hijo. ¿Esto es una queja? ¡Cómo podría! A mí me pasó lo mismo. Durante mi primer embarazo, me aproveché de los antojitos, pedía mimos a mi pareja, dormía la siesta cuando tenía sueño… pero cuando nació mi princesa… se convirtió en lo más importante y en los siguientes 9 meses esperando a un pequeñín no hubo tantos caprichos y, por supuesto, no había descanso posible con una pizpireta de poco más de un añito. Así que, ya sabéis, aprovechad vuestro primer embarazo para consentiros y reclamar atenciones.

        Volviendo a la preparación para acudir al hospital… Lo ideal sería que todas las cosas del bebé fuesen en el bolso materno y que metieseis las vuestras en una bolsa que cupiese en la cesta del carro; de este modo, el día que salgáis del hospital, vuestro pequeño podrá ir en el cuco y también todas vuestras cosas. Así no tendréis que cargar peso y tendréis las manos libres. Otra opción, es llevar una pequeña maletita de ruedas y una mochila portabebés; tu acompañante podrá llevar a ambos y tú seguirás sin tener que coger peso.  Pero vamos a lo importante, ¿qué tenemos que meter? Si la sanidad estuviera centralizada y todos los hospitales y centros de salud (donde se encuentran las matronas que nos aconsejan) se pusiesen de acuerdo, dar respuesta a esta pregunta sería bastante más sencillo. Como siempre, por lo tanto, os voy a hablar de mi experiencia:

        Para la mamá:

                La cartilla de la seguridad social o la documentación de tu seguro y el documento de salud de embarazada: Piensa que dar a luz es un ingreso en el hospital y necesitarán comprobar tus datos.

Un camisón o pijama: Que sea cómodo, que no apriete y, si habéis decidido dar el pecho, que tenga botones o una apertura para facilitar la lactancia. Yo compré en prenatal un pijama con botones en la camisola, pero si lo tuviese que coger hoy me decantaría por las aperturas de lactancia; así eran mis camisetas para darles el pecho y fue una compra diez. Los botones quitan tiempo porque se tarda en abrocharlos y desabrocharlos y no siempre es fácil hacerlo con una mano cuando tienes la otra ocupada con tu peque.

Una bata: Siempre viene bien para estar un poco más presentables en nuestros paseos por los pasillos y para recibir a las visitas.

                Zapatillas: Para estar mucho más cómodas mientras estáis ingresadas. Los primeros días es factible que tengáis molestas y os cueste moveros por lo que debéis elegir algo sencillo de ponerse. A mí me gustan las zapatillas con parte de atrás, tipo bailarinas, pero al hospital me llevé unas descalzas como las que te ofrecen en algunos hoteles, que no requieren ningún esfuerzo.

                Neceser completo: Recordad que vais a pasar en el hospital aproximadamente un par de noches, así que necesitaréis lo básico, al menos, cepillo y pasta de dientes, cepillo del pelo y esponja. Considerad si tendréis fuerzas y ganas para lavaros el pelo porque entonces también tendréis que llevar el champú; no os preocupéis por el jabón y el gel, que os lo proporcionarán allí. Son muy prácticos los botecitos que empezaron a vender para llevar poco líquido en los aviones y que ahora encontráis en todas partes porque os permitirán llevar todo lo necesario en una pequeña bolsita, como cuando vais al gimnasio.

                Una muda completa: Pensad qué os apetecerá llevar puesto el día que salgáis. ¿Mi recomendación? Algo cómodo. Después del parto, los pantalones ajustados no son una gran idea. Si habéis decidido dar el pecho, una camiseta de lactancia o una parte de arriba con botones son las mejores ideas para facilitaros la tarea. Teniendo esto en cuenta, planear y guardad en la bolsa para el hospital el conjunto que prefiráis, sin olvidaros de los zapatos, calcetines (mucho más cómodos que las medias los primeros días), pantalones o falda holgados, braga (tipo Bridget Johns), sujetador (de lactancia, si le vais a dar de amamantar) y chaqueta (más cómoda que el jersey por la misma razón).

                Braguitas: Mi matrona me recomendó las desechables. En cambio, los ginecólogos que me visitaron en las revisiones post parto las criticaron bastante. Según ellos, se bajan mucho peor. Yo estoy de acuerdo con mi matrona. De hecho, las llevé incluso un par de días o tres ya en casa. ¿Mis motivos? En el primer parto me hicieron una episotomía bastante grande, por lo que tuve muchos puntos y un sagrado abundante. Las probabilidades de manchar esta prenda son muy elevadas y los primeros días hay bastantes cosas en las que pensar sin tener que frotar a mano. Así que yo, sin ninguna duda; si vuelvo al paritorio lo haré de nuevo con mis braguitas desechables, mínimo 7, que si necesito más de una al día, las tenga y, si no, las sigo usando en casa.

                Sujetador: de lactancia, si vais a dar el pecho. Y, en cualquier caso, algo cómodo. Yo soy fiel a los aros, pero por consejo de la dependienta de Prenatal que me atendió estupendamente y me dio muchísima información cuando fui a comprar “lo que necesitaba para el hospital” (no tenía ni idea), los cogí sin ellos y fue la mejor decisión. Por pura cabezonería a lo largo del primer año me compré en H&M uno con aros, muy coqueto y quedó olvidado en el cajón porque la verdad es que me resultaba muy incómodo. Los pechos no hacen más que crecer y bajar, según las tomas del niño y nunca me quedaba bien ajustado.

                Teléfono móvil y cargador: no es que sea algo imprescindible, de hecho nada lo es. No os agobiéis si se os adelanta el parto u os pilla fuera de casa y tenéis que acudir al hospital sin vuestra bolsa porque vuestra pareja o algún allegado os la podrá acercar cuando ya haya nacido el niño. Pero es algo que no solemos pensar y que viene muy bien, para avisar a los allegados de que el pequeño ha nacido y enviar sus fotos, especialmente.

                Cámara de fotos: Sé que hoy todo el mundo las hace con el teléfono y si no la lleváis ahorráis una pizca de espacio, pero, ¿qué queréis que os diga? Sigo prefiriendo la cámara y no utilizo carretes porque esto se ha puesto muy caro, que ahora con las cámaras digitales haces un millón de fotos. Consejo para las primerizas entusiastas de los recuerdos: esperad unos cuantos meses antes de decidir cuáles queréis imprimir; más que nada para que no os pase como a mí y os juntéis con mil fotos (por desgracia no es una exageración) de los primeros tres meses de vida y os tiréis meses colocándolas y sin distinguir unas de otras porque hay 10 iguales de cada. Es dificilísimo cuando tienes a tu hijo delante levantar el dedo del disparador.

        Para el bebé:

                4 bodys: más vale que sobren a que falten.

                2 pijamas: en el hospital les van a poner uno, claro. Pero son enormes, están rasposillos de tanto lavarlos y son tan impersonales… Con la mayor, al principio, no nos atrevimos a ponerle el que habíamos llevado por si les hacía el trabajo de nidos más difícil, pero al final nos armamos de valor y se lo preguntamos. Nos dijeron que claro que podíamos, que los pobres niños flotaban en esos pijamas y que así era más fácil identificarlos. Aunque tranquilas con este tema. Apenas separan a los peques de nosotros unos minutos para lavarlos y los papás pueden observar a través de un cristal. Además tienen la pulsera identificativa y hoy día les toman las huellas a ellos y a las mamás.

                1 gorrito: Los bebés pierden mucho calor, principalmente por la cabeza y esta prenda les ayuda a estar calentitos.

                1 par de manoplas: Los bebés suelen tener las extremidades muy frías. No os agobiéis porque es normal y así favorecemos que guarden calor. Aunque su principal función, si es que no se las quitan, es evitar los arañazos. ¿Habéis visto alguna vez a un recién nacido? Durante el primer mes se suelen abrasar la carita, especialmente la nariz porque tienen las uñas muy afiladas y la piel muy delicada. Por eso, es recomendable cortarles las uñas; a pesar de que en algunos hospitales te entregan un papel en el que pone que esto no se debe hacer hasta pasados 15 días. Mi pediatra se indignó toda cuando se lo enseñé.

                1 conjunto bonito: esto fue en lo que menos pensé, de hecho me lo dijeron tías y abuelas. Ya sabéis, por aquello de quedar bien en la presentación del niño al mundo. Seguramente caerá alguna foto y no está mal que vayamos presumiendo de nuestro pequeño.

                1 abrigo: a no ser que nazca en época de mucho calor es recomendable ponerle un abriguito tipo mono al chiquitín para que esté bien calentito.

                1 carro o mochila porta bebé: yo os recomendaría que el día que vayáis a salir del hospital vuestra pareja se lleve en un primer viaje al coche todos los regalos que os hayan hecho, incluso vuestra maletita y vuelva a la habitación con el “transporte” del bebé. Así no os estorbará en la habitación ni entorpecerá la labor de médicos, enfermeras y limpiadores.

        Aseo del bebé: No necesitáis llevar nada para el peque porque en el hospital lo bañan e incluso os surten de pañales, aunque mi recomendación es que llevéis el bolso materno ya preparado con lo mismo que vais a llevar a partir de ese momento a todas partes. Pero para no daros exceso de información, ya que en cuestión de maternidad todos los temas están enlazados, en próximos posts os iré hablando de los cuidados del recién nacido, incluidos los paseos y lo que necesitamos llevar.

 

       

lunes, 16 de marzo de 2015

Celebrar el día del padre... cuando papá trabaja todo el día


                                              Sea World, Orlando, septiembre 2010

        Esta mañana mis hijos se peleaban en el desayuno. El tema era si su padre estaba o no en casa. Tienen un buen lío los pobres con sus turnos de trabajo. La nena intentaba convencer a su hermano pequeño de que tenía que estar en casa porque había ido a verla por la noche cuando se había asustado. En cambio, el peque, testarudo por herencia familiar e irracional por edad, le gritaba: “¡No, nana (hermana)! ¡Papá ta en el trabajo!” Fue genial su cara de sorpresa y alegría cuando su padre apareció en el comedor.

        El caso es que esta anécdota me hizo pensar en el día del padre, que este año el pobre se va a pasar trabajando. Se supone que el día es para él, pero lo cierto es que los niños se lo toman muy en serio. Recuerdo el año pasado la carita de alegría y orgullo cuando recogimos a Silvia en la guardería, tanto en el día del padre como en el de la madre, y nos entregó el regalo que había preparado y nos recitó una preciosísima poesía que se había aprendido de memoria. Es un día para compartir. El regalo se hace a los adultos, pero lo que se conmemora es realmente el nacimiento de los niños, ya que sin ellos no existiría tal día. Por ello, me parece que lo más importante es pasar un tiempo especial juntos. Los más extremistas y puritanos dirían que esto tendría que ser siempre; son los mismos que consideran que la Navidad es un invento de los grandes centros comerciales. A mí me gusta pensar que los momentos importantes hay que celebrarlos. Y, aunque por supuesto soy partidaria de que padres e hijos pasen inolvidables momentos a diario, me encanta pensar que pueden recordarlo a lo grande un día al año.

        Esto se complica cuando papá trabaja, pero hay muchas formas de hacerlo especial incluso en esas circunstancias. Y así nos encontramos ahora, planeando el perfecto día del padre… sin papá.

         Un desayuno en familia: A pesar de que es jueves y hay colegio, si dejamos el día anterior preparados los uniformes, las mochilas, la bolsa de la merienda… y animamos a los peques, podremos conseguir un buen rato en familia. Despertar a papá media hora antes que de costumbre para que se siente a desayunar con los niños. Habladlo el día antes con él para que finja sorprenderse cuando los niños vayan a “despertarle” a la cama; no vaya a ser que ni recuerde el día que es y les pegue un grito por saltarle en la cama. Puede que no haya comida ni cena, pero sí habrá un gran comienzo de día. Planear con los peques lo que vais a preparar: galletas en forma de corazón o un simple bizcocho. Algo que les haga ilusión. Si detestan la leche, ese día dejadla en la nevera y poned zumo o yogur líquido o incluso una taza de chocolate caliente. Es importante que todo el mundo esté en pie con tiempo suficiente para que no haya que empezar el día con gritos. Y os recomendaría que no vistieseis a los niños hasta no haber terminado de desayunar, así tampoco vosotras os pondréis tensas por si se manchan.

         Notas escondidas: Es posible que no le puedan entregar a papá su regalo al volver del colegio, pero sí que podéis preparar con ellos algunas notas o dibujos y disfrutar escondiéndolos el día anterior en la cartera, el coche o el abrigo.

         Visita sorpresa: Si su trabajo lo permite, acercaos por allí a darle un beso. Incluso, si tenéis tiempo, llevad el regalo del cole. Aunque sean cinco minutos les hará mucha ilusión. Eso sí, asegúrate de no poner las expectativas muy altas y de no interrumpir una reunión crucial. Se trata de buscar un bonito encuentro, no de molestar.

         Mensajes a papá: Por suerte, hoy no necesitamos mandar una carta en una botella. Si a vuestros hijos les han enseñado una poesía para este día tan especial, les podéis grabar recitándola y enviársela a vuestra pareja por wahtsap, mensaje o incluso por email. Será una agradable sorpresa. Y como los peques son egocéntricos por naturaleza les encantará escucharse una y otra vez. Si tenéis letras magnéticas podéis ayudarles a escribir un mensajito en la nevera. También, pueden hacer un letrero o un dibujo y colgarlo de la puerta para que sea lo primero que vea al llegar a casa.

 

        Lo mejor es que involucréis a los peques en todo el proceso. No se trata de que salga perfecto, sino más bien que plasmen en dibujos y mensajes lo mucho que quieren a su padre, que se emocionen pensando en lo contento que se va a poner papá cada vez que vea una de las sorpresas que estáis preparándole juntos. Por no mencionar lo mayores que se sentirán al guardar un secreto. Mis hijos tienen 2 y 4 años; su forma de guardar un secreto es ésta: “mamá, no te voy a decir que papá me ha dejado comer una chuche porque es un secreto”. Así que, por favor, si vuestros niños aún son pequeños no os desesperéis porque le cuenten a papá cada una de las “sorpresas” que habéis preparado. Recordad que es su día, no el de vuestro aniversario. Esos también serán momentos inolvidables para recordar la inocencia que tenían de pequeños. Pasadlo bien estos días preparando con ellos tantas cositas como se os ocurran, pero sin llegar a cansarles; se trata de que lo disfruten, dejad que participen y que aporten sus propias ideas, aunque sean disparatadas. Prometo poneros fotos de las nuestras a medida que las vayamos realizando.

       

 


jueves, 12 de marzo de 2015

Elección de colegio: mi experiencia personal



        Hoy a las 10.00 se celebra el sorteo de la letra. Para los que aún no sepáis qué es, os lo explico brevemente. Hay demasiadas solicitudes en muchos colegios y la forma de decidir quién entra y quién se queda fuera es con un sorteo en el que se elige una letra. Los niños cuyo apellido empiecen por esa letra entran en primer lugar. Es decir, si sale la R, los Rodríguez podrán elegir colegio; en cambio, los Pérez lo tienen crudo porque se elige por orden alfabético desde la letra afortunada hasta el final del alfabeto y continua por el comienzo.

        Si vuestros hijos van a empezar el curso escolar por primera vez en septiembre imagino que estaréis muy pendientes del sorteo, especialmente si no tenéis ningún punto extra, es decir, si no tenéis otro hijo en el centro elegido o sois antiguos alumnos, o con baja renta… Puesto que la letra se utiliza para desempatar entre todos aquellos que tienen los mismos puntos, es decir, los básicos que dan por vivir o trabajar en la zona del colegio. Para los primerizos esto es un suplicio, especialmente si tenéis muy claro dónde queréis que estudien vuestros hijos. ¿Mi recomendación? Tener un plan B.

        Hoy día elegir colegio es casi como que te toque la lotería. Cada año, muchos niños se quedan fuera del centro que habían elegido sus papás, lo que supone un gran disgusto. En la solicitud debemos poner, al menos tres colegios que nos gusten, pero lo cierto es que si nuestro hijo no entra en el primero, tampoco lo hará en los demás si ponemos los más solicitados. Ante esta situación hay varias alternativas: poner como segunda opción un colegio que no esté entre los más reclamados; aceptar el que nos toque; o elegir un centro privado.

        Después de una investigación exhaustiva de los colegios de nuestra ciudad yo tenía muy claro cuál quería y pensar que todo dependía de un sorteo, porque no teníamos ningún punto extra, me ponía enferma. Soy bastante controladora así que necesitaba tener otra opción que no dependiese de factores externos y, en León, la encontramos en Carlos María, un centro oficial de educación infantil de 0 a 6 años. Si nos quedábamos sin plazas, meteríamos a Silvia en esta escuela y al año siguiente lo intentaríamos de nuevo en el colegio que queríamos. Por supuesto, esto implica un riesgo y es que el pequeño no entre ninguno de los años que lo intentemos en el centro que habíamos elegido, puesto que el curso en el que se entra más fácilmente es en el primero ya que esos niños continúan, salvo imprevisto familiar, en los posteriores, no dejando plazas libres para alumnos de otros colegios. Yo quería pensar que si no entraba Silvia lo haría Sergio, que como sólo se llevan un curso escolar no tenía que esperar mucho para averiguarlo. Y con un hermano dentro, el otro entra seguro. Conozco alguna familia al que esta estrategia le ha dado resultado. Y de todas las opciones que se me ocurrieron me pareció la mejor porque estaba realmente convencida del centro que quería. Os la propongo por si no se os había ocurrido.

        Dicho esto, la espera se hace bastante angustiosa. Lo mejor es ser optimista, pensar que con un poco de suerte sólo vamos a tener que pasar por ella un año y centrarnos en el proceso de admisión. Tenéis toda la información necesaria en el siguiente enlace: http://www.educa.jcyl.es/es/admision/curso-2015-2016-admision-alumnado

        Debéis rellenar la solicitud de admisión que encontréis y presentarla junto con la documentación requerida en el colegio que hayáis elegido en primer lugar. No la presentéis en más de uno porque lo consideran una trampa y os eliminan de la selección. Si pincháis en “Solicitud de admisión 2015” y una vez allí, le dais a “Documentación a presentar” se abre un documento en pdf en el que os explican todos los requisitos que os pueden dar ventaja sobre los demás a la hora de entrar.

        Tenéis desde el próximo martes 17 de marzo hasta el 7 de abril para presentar todos los papeles necesarios en el centro de vuestra elección. Después, debéis estar muy atentos porque el 8 de mayo publican los listados de baremación y el plazo de reclamación es muy cortito, del 9 al 13 de mayo. Por fin, el 19 de junio sacan las listas definitivas de los niños admitidos y denegados. Y una vez más, hay que estar al tanto porque el plazo de matrícula se reduce a 8 días, del 22 al 29 de junio.

 

        En nuestro caso, ni mi marido ni yo somos de León, ciudad en la que nos hemos establecido, así que lo primero que hicimos fue tantear a familiares, amigos y conocidos, abrasándoles a preguntas sobre el colegio de sus hijos para decidir cuál era el mejor para nosotros. Nuestra prioridad era una enseñanza de calidad, pero valorábamos otras cosas. Queríamos un colegio concertado porque queríamos que pasasen toda su vida escolar en un mismo centro. Intentamos, como nos habían aconsejado, mirar las notas de selectividad de los colegios, pero nunca nos enterábamos de cuándo salían en los periódicos. Revisamos el ranking del mundo acerca de los cien mejores colegios de España (http://www.elmundo.es/mejores-colegios.html), aunque sólo por mirar porque como ya dijera Churchill “La única estadística en la que creo es aquella que previamente he manipulado”. A nosotros lo que más nos sirvió fue hablar con la gente, incluso con la que apenas conocíamos, como otros padres del curso de natación o un poco más adelante, de la guardería. En base a los comentarios, tanto positivos como negativos (hay que valorar todo lo que te dicen porque lo que para otros puede ser algo malo a ti te puede venir de perlas), nos quedamos con dos colegios: Maristas y Jesuitas.

        El siguiente paso era ir a verlos. En el primero nos dieron cita para visitarlo con el director. En Jesuitas establecen jornadas en las que muestran el centro a grupos de padres. Para seros completamente honesta, mi primera opción era Maristas, del que había oído dos críticas: que eran demasiado exigentes, algo que a mí me parece fenomenal; y que dejaban por el camino a los alumnos menos aventajados para no disminuir sus notas de selectividad. Es algo que se decía de mi colegio, Asunción de Gijón, y no era realmente así. Pero en la visita cambió todo bastante. El director nos dijo claramente que no íbamos a entrar a no ser que tuviésemos suerte con el sorteo. Mostró una completa desgana a la hora de enseñarnos el edificio. Las aulas nos parecieron muy oscuras. Y el hecho de que sólo tuviese un pequeño patio de cemento nos decepcionó bastante. Muy en segundo lugar tampoco jugó a su favor la falta de información sobre el comedor, el hecho de que el transporte escolar no pasase por nuestra zona y lo horrible que es aparcar en pleno centro y a hora punta. Cuando llegamos a Jesuitas lo tuvimos claro en seguida. Nos enseñaron todo el edificio, pudimos entrar en el comedor y hasta en las cocinas; nos dijeron cómo funcionaba su innovador sistema para controlar que cada alumno reciba la comida que le corresponde, teniendo especial cuidado con los alérgicos; las aulas son muy luminosas; y el patio nos enamoró. Me recordaba al que tanto había disfrutado de niña, aunque éste es incluso mayor: una zona de juegos con columpios y arenero para los más pequeños que permanecen así apartados de los mayores, campos de fútbol y jardines.

        A nivel educativo considerábamos a los dos colegios empatados. Y después de la visita tenía muy claro que quería Jesuitas. Me pasé todo el año intentando encontrar una forma de encajar en esos puntos extraordinarios para asegurarme la entrada, pero fue algo completamente inútil; no cumplíamos los requisitos y no había nada que hacer. Y como no puedo evitar ponerme nerviosa busqué un plan B: Carlos María. El sitio me encantó, pero no nos engañemos, no me dejó más tranquila, yo quería que Silvia entrase a la primera en Jesuitas. El sorteo de la letra nos favoreció bastante, pero no era nada definitivo. Mi marido estaba seguro de que íbamos a tener suerte, mientras que yo estuve en un sin vivir hasta junio, cuando por fin sacaron las listas definitivas y… ¡sí, entramos! Pero por poco, a tres puestos de quedarnos fuera. A pesar de que en el colegio nos habían dicho que en los últimos años habían entrado casi todos los solicitantes os puedo asegurar que muchos conocidos, sobre todo compañeros de guardería, acabaron, muy a su pesar, en otro centro. Y todos me decían lo mismo, que no sabían si volver a intentarlo este año. Normal, porque una vez que empiezan el colegio y se acostumbran a una rutina, un profesor y hacen amigos, nos da pena cambiarlos, pero siempre tenemos que pensar en lo que nosotros más valoramos porque ellos se adaptan rápido.

        En el caso de que no consigáis lo que queréis, sólo os puedo remitir a las opciones que más arriba os he indicado. Si, como nosotros, tenéis suerte, reconozco que respiré mucho mejor a partir de ese día.

        Este año nos toca seguir el proceso para Sergio, pero ya con la tranquilidad de que su hermana está dentro y es casi imposible que con esos puntos el peque se quede fuera. Aún así los nervios de un trámite burocrático andan por ahí remoloneando y por ello seguiremos con atención el sorteo de la letra de hoy y el mismo 17 entregaremos la solicitud que ya tenemos en casa, junto con la documentación que exigen.

 

        Espero que consigáis el centro que queréis, sea cual sea, porque es una pena que algo tan importante como la educación de nuestros hijos dependa de un sorteo. Aún recuerdo cuando obligaron a los colegios concertados a reducir sus clases a la mitad de alumnos. Yo estaba aún estudiando y desde la dirección pelearon cuanto pudieron para que, en ese caso, les dejasen aumentar el número de aulas. Todos los intentos fueron inútiles. Ni entonces, siendo una adolescente, ni ahora, que soy madre, puedo entender que desde el Gobierno se justifique esto con el argumento de garantizar una educación para todos. Apoyo la enseñanza pública, pero también el derecho de los padres de decidir dónde y cómo quieren que se eduque a sus hijos. Y, desde luego, no es lo que se está consiguiendo. Es una pena.