jueves, 12 de marzo de 2015

Elección de colegio: mi experiencia personal



        Hoy a las 10.00 se celebra el sorteo de la letra. Para los que aún no sepáis qué es, os lo explico brevemente. Hay demasiadas solicitudes en muchos colegios y la forma de decidir quién entra y quién se queda fuera es con un sorteo en el que se elige una letra. Los niños cuyo apellido empiecen por esa letra entran en primer lugar. Es decir, si sale la R, los Rodríguez podrán elegir colegio; en cambio, los Pérez lo tienen crudo porque se elige por orden alfabético desde la letra afortunada hasta el final del alfabeto y continua por el comienzo.

        Si vuestros hijos van a empezar el curso escolar por primera vez en septiembre imagino que estaréis muy pendientes del sorteo, especialmente si no tenéis ningún punto extra, es decir, si no tenéis otro hijo en el centro elegido o sois antiguos alumnos, o con baja renta… Puesto que la letra se utiliza para desempatar entre todos aquellos que tienen los mismos puntos, es decir, los básicos que dan por vivir o trabajar en la zona del colegio. Para los primerizos esto es un suplicio, especialmente si tenéis muy claro dónde queréis que estudien vuestros hijos. ¿Mi recomendación? Tener un plan B.

        Hoy día elegir colegio es casi como que te toque la lotería. Cada año, muchos niños se quedan fuera del centro que habían elegido sus papás, lo que supone un gran disgusto. En la solicitud debemos poner, al menos tres colegios que nos gusten, pero lo cierto es que si nuestro hijo no entra en el primero, tampoco lo hará en los demás si ponemos los más solicitados. Ante esta situación hay varias alternativas: poner como segunda opción un colegio que no esté entre los más reclamados; aceptar el que nos toque; o elegir un centro privado.

        Después de una investigación exhaustiva de los colegios de nuestra ciudad yo tenía muy claro cuál quería y pensar que todo dependía de un sorteo, porque no teníamos ningún punto extra, me ponía enferma. Soy bastante controladora así que necesitaba tener otra opción que no dependiese de factores externos y, en León, la encontramos en Carlos María, un centro oficial de educación infantil de 0 a 6 años. Si nos quedábamos sin plazas, meteríamos a Silvia en esta escuela y al año siguiente lo intentaríamos de nuevo en el colegio que queríamos. Por supuesto, esto implica un riesgo y es que el pequeño no entre ninguno de los años que lo intentemos en el centro que habíamos elegido, puesto que el curso en el que se entra más fácilmente es en el primero ya que esos niños continúan, salvo imprevisto familiar, en los posteriores, no dejando plazas libres para alumnos de otros colegios. Yo quería pensar que si no entraba Silvia lo haría Sergio, que como sólo se llevan un curso escolar no tenía que esperar mucho para averiguarlo. Y con un hermano dentro, el otro entra seguro. Conozco alguna familia al que esta estrategia le ha dado resultado. Y de todas las opciones que se me ocurrieron me pareció la mejor porque estaba realmente convencida del centro que quería. Os la propongo por si no se os había ocurrido.

        Dicho esto, la espera se hace bastante angustiosa. Lo mejor es ser optimista, pensar que con un poco de suerte sólo vamos a tener que pasar por ella un año y centrarnos en el proceso de admisión. Tenéis toda la información necesaria en el siguiente enlace: http://www.educa.jcyl.es/es/admision/curso-2015-2016-admision-alumnado

        Debéis rellenar la solicitud de admisión que encontréis y presentarla junto con la documentación requerida en el colegio que hayáis elegido en primer lugar. No la presentéis en más de uno porque lo consideran una trampa y os eliminan de la selección. Si pincháis en “Solicitud de admisión 2015” y una vez allí, le dais a “Documentación a presentar” se abre un documento en pdf en el que os explican todos los requisitos que os pueden dar ventaja sobre los demás a la hora de entrar.

        Tenéis desde el próximo martes 17 de marzo hasta el 7 de abril para presentar todos los papeles necesarios en el centro de vuestra elección. Después, debéis estar muy atentos porque el 8 de mayo publican los listados de baremación y el plazo de reclamación es muy cortito, del 9 al 13 de mayo. Por fin, el 19 de junio sacan las listas definitivas de los niños admitidos y denegados. Y una vez más, hay que estar al tanto porque el plazo de matrícula se reduce a 8 días, del 22 al 29 de junio.

 

        En nuestro caso, ni mi marido ni yo somos de León, ciudad en la que nos hemos establecido, así que lo primero que hicimos fue tantear a familiares, amigos y conocidos, abrasándoles a preguntas sobre el colegio de sus hijos para decidir cuál era el mejor para nosotros. Nuestra prioridad era una enseñanza de calidad, pero valorábamos otras cosas. Queríamos un colegio concertado porque queríamos que pasasen toda su vida escolar en un mismo centro. Intentamos, como nos habían aconsejado, mirar las notas de selectividad de los colegios, pero nunca nos enterábamos de cuándo salían en los periódicos. Revisamos el ranking del mundo acerca de los cien mejores colegios de España (http://www.elmundo.es/mejores-colegios.html), aunque sólo por mirar porque como ya dijera Churchill “La única estadística en la que creo es aquella que previamente he manipulado”. A nosotros lo que más nos sirvió fue hablar con la gente, incluso con la que apenas conocíamos, como otros padres del curso de natación o un poco más adelante, de la guardería. En base a los comentarios, tanto positivos como negativos (hay que valorar todo lo que te dicen porque lo que para otros puede ser algo malo a ti te puede venir de perlas), nos quedamos con dos colegios: Maristas y Jesuitas.

        El siguiente paso era ir a verlos. En el primero nos dieron cita para visitarlo con el director. En Jesuitas establecen jornadas en las que muestran el centro a grupos de padres. Para seros completamente honesta, mi primera opción era Maristas, del que había oído dos críticas: que eran demasiado exigentes, algo que a mí me parece fenomenal; y que dejaban por el camino a los alumnos menos aventajados para no disminuir sus notas de selectividad. Es algo que se decía de mi colegio, Asunción de Gijón, y no era realmente así. Pero en la visita cambió todo bastante. El director nos dijo claramente que no íbamos a entrar a no ser que tuviésemos suerte con el sorteo. Mostró una completa desgana a la hora de enseñarnos el edificio. Las aulas nos parecieron muy oscuras. Y el hecho de que sólo tuviese un pequeño patio de cemento nos decepcionó bastante. Muy en segundo lugar tampoco jugó a su favor la falta de información sobre el comedor, el hecho de que el transporte escolar no pasase por nuestra zona y lo horrible que es aparcar en pleno centro y a hora punta. Cuando llegamos a Jesuitas lo tuvimos claro en seguida. Nos enseñaron todo el edificio, pudimos entrar en el comedor y hasta en las cocinas; nos dijeron cómo funcionaba su innovador sistema para controlar que cada alumno reciba la comida que le corresponde, teniendo especial cuidado con los alérgicos; las aulas son muy luminosas; y el patio nos enamoró. Me recordaba al que tanto había disfrutado de niña, aunque éste es incluso mayor: una zona de juegos con columpios y arenero para los más pequeños que permanecen así apartados de los mayores, campos de fútbol y jardines.

        A nivel educativo considerábamos a los dos colegios empatados. Y después de la visita tenía muy claro que quería Jesuitas. Me pasé todo el año intentando encontrar una forma de encajar en esos puntos extraordinarios para asegurarme la entrada, pero fue algo completamente inútil; no cumplíamos los requisitos y no había nada que hacer. Y como no puedo evitar ponerme nerviosa busqué un plan B: Carlos María. El sitio me encantó, pero no nos engañemos, no me dejó más tranquila, yo quería que Silvia entrase a la primera en Jesuitas. El sorteo de la letra nos favoreció bastante, pero no era nada definitivo. Mi marido estaba seguro de que íbamos a tener suerte, mientras que yo estuve en un sin vivir hasta junio, cuando por fin sacaron las listas definitivas y… ¡sí, entramos! Pero por poco, a tres puestos de quedarnos fuera. A pesar de que en el colegio nos habían dicho que en los últimos años habían entrado casi todos los solicitantes os puedo asegurar que muchos conocidos, sobre todo compañeros de guardería, acabaron, muy a su pesar, en otro centro. Y todos me decían lo mismo, que no sabían si volver a intentarlo este año. Normal, porque una vez que empiezan el colegio y se acostumbran a una rutina, un profesor y hacen amigos, nos da pena cambiarlos, pero siempre tenemos que pensar en lo que nosotros más valoramos porque ellos se adaptan rápido.

        En el caso de que no consigáis lo que queréis, sólo os puedo remitir a las opciones que más arriba os he indicado. Si, como nosotros, tenéis suerte, reconozco que respiré mucho mejor a partir de ese día.

        Este año nos toca seguir el proceso para Sergio, pero ya con la tranquilidad de que su hermana está dentro y es casi imposible que con esos puntos el peque se quede fuera. Aún así los nervios de un trámite burocrático andan por ahí remoloneando y por ello seguiremos con atención el sorteo de la letra de hoy y el mismo 17 entregaremos la solicitud que ya tenemos en casa, junto con la documentación que exigen.

 

        Espero que consigáis el centro que queréis, sea cual sea, porque es una pena que algo tan importante como la educación de nuestros hijos dependa de un sorteo. Aún recuerdo cuando obligaron a los colegios concertados a reducir sus clases a la mitad de alumnos. Yo estaba aún estudiando y desde la dirección pelearon cuanto pudieron para que, en ese caso, les dejasen aumentar el número de aulas. Todos los intentos fueron inútiles. Ni entonces, siendo una adolescente, ni ahora, que soy madre, puedo entender que desde el Gobierno se justifique esto con el argumento de garantizar una educación para todos. Apoyo la enseñanza pública, pero también el derecho de los padres de decidir dónde y cómo quieren que se eduque a sus hijos. Y, desde luego, no es lo que se está consiguiendo. Es una pena.

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