lunes, 16 de marzo de 2015

Celebrar el día del padre... cuando papá trabaja todo el día


                                              Sea World, Orlando, septiembre 2010

        Esta mañana mis hijos se peleaban en el desayuno. El tema era si su padre estaba o no en casa. Tienen un buen lío los pobres con sus turnos de trabajo. La nena intentaba convencer a su hermano pequeño de que tenía que estar en casa porque había ido a verla por la noche cuando se había asustado. En cambio, el peque, testarudo por herencia familiar e irracional por edad, le gritaba: “¡No, nana (hermana)! ¡Papá ta en el trabajo!” Fue genial su cara de sorpresa y alegría cuando su padre apareció en el comedor.

        El caso es que esta anécdota me hizo pensar en el día del padre, que este año el pobre se va a pasar trabajando. Se supone que el día es para él, pero lo cierto es que los niños se lo toman muy en serio. Recuerdo el año pasado la carita de alegría y orgullo cuando recogimos a Silvia en la guardería, tanto en el día del padre como en el de la madre, y nos entregó el regalo que había preparado y nos recitó una preciosísima poesía que se había aprendido de memoria. Es un día para compartir. El regalo se hace a los adultos, pero lo que se conmemora es realmente el nacimiento de los niños, ya que sin ellos no existiría tal día. Por ello, me parece que lo más importante es pasar un tiempo especial juntos. Los más extremistas y puritanos dirían que esto tendría que ser siempre; son los mismos que consideran que la Navidad es un invento de los grandes centros comerciales. A mí me gusta pensar que los momentos importantes hay que celebrarlos. Y, aunque por supuesto soy partidaria de que padres e hijos pasen inolvidables momentos a diario, me encanta pensar que pueden recordarlo a lo grande un día al año.

        Esto se complica cuando papá trabaja, pero hay muchas formas de hacerlo especial incluso en esas circunstancias. Y así nos encontramos ahora, planeando el perfecto día del padre… sin papá.

         Un desayuno en familia: A pesar de que es jueves y hay colegio, si dejamos el día anterior preparados los uniformes, las mochilas, la bolsa de la merienda… y animamos a los peques, podremos conseguir un buen rato en familia. Despertar a papá media hora antes que de costumbre para que se siente a desayunar con los niños. Habladlo el día antes con él para que finja sorprenderse cuando los niños vayan a “despertarle” a la cama; no vaya a ser que ni recuerde el día que es y les pegue un grito por saltarle en la cama. Puede que no haya comida ni cena, pero sí habrá un gran comienzo de día. Planear con los peques lo que vais a preparar: galletas en forma de corazón o un simple bizcocho. Algo que les haga ilusión. Si detestan la leche, ese día dejadla en la nevera y poned zumo o yogur líquido o incluso una taza de chocolate caliente. Es importante que todo el mundo esté en pie con tiempo suficiente para que no haya que empezar el día con gritos. Y os recomendaría que no vistieseis a los niños hasta no haber terminado de desayunar, así tampoco vosotras os pondréis tensas por si se manchan.

         Notas escondidas: Es posible que no le puedan entregar a papá su regalo al volver del colegio, pero sí que podéis preparar con ellos algunas notas o dibujos y disfrutar escondiéndolos el día anterior en la cartera, el coche o el abrigo.

         Visita sorpresa: Si su trabajo lo permite, acercaos por allí a darle un beso. Incluso, si tenéis tiempo, llevad el regalo del cole. Aunque sean cinco minutos les hará mucha ilusión. Eso sí, asegúrate de no poner las expectativas muy altas y de no interrumpir una reunión crucial. Se trata de buscar un bonito encuentro, no de molestar.

         Mensajes a papá: Por suerte, hoy no necesitamos mandar una carta en una botella. Si a vuestros hijos les han enseñado una poesía para este día tan especial, les podéis grabar recitándola y enviársela a vuestra pareja por wahtsap, mensaje o incluso por email. Será una agradable sorpresa. Y como los peques son egocéntricos por naturaleza les encantará escucharse una y otra vez. Si tenéis letras magnéticas podéis ayudarles a escribir un mensajito en la nevera. También, pueden hacer un letrero o un dibujo y colgarlo de la puerta para que sea lo primero que vea al llegar a casa.

 

        Lo mejor es que involucréis a los peques en todo el proceso. No se trata de que salga perfecto, sino más bien que plasmen en dibujos y mensajes lo mucho que quieren a su padre, que se emocionen pensando en lo contento que se va a poner papá cada vez que vea una de las sorpresas que estáis preparándole juntos. Por no mencionar lo mayores que se sentirán al guardar un secreto. Mis hijos tienen 2 y 4 años; su forma de guardar un secreto es ésta: “mamá, no te voy a decir que papá me ha dejado comer una chuche porque es un secreto”. Así que, por favor, si vuestros niños aún son pequeños no os desesperéis porque le cuenten a papá cada una de las “sorpresas” que habéis preparado. Recordad que es su día, no el de vuestro aniversario. Esos también serán momentos inolvidables para recordar la inocencia que tenían de pequeños. Pasadlo bien estos días preparando con ellos tantas cositas como se os ocurran, pero sin llegar a cansarles; se trata de que lo disfruten, dejad que participen y que aporten sus propias ideas, aunque sean disparatadas. Prometo poneros fotos de las nuestras a medida que las vayamos realizando.

       

 


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