Sea World, Orlando, septiembre 2010
Esta mañana mis hijos se peleaban en el
desayuno. El tema era si su padre estaba o no en casa. Tienen un buen lío los
pobres con sus turnos de trabajo. La nena intentaba convencer a su hermano pequeño
de que tenía que estar en casa porque había ido a verla por la noche cuando se
había asustado. En cambio, el peque, testarudo por herencia familiar e
irracional por edad, le gritaba: “¡No, nana (hermana)! ¡Papá ta en el trabajo!”
Fue genial su cara de sorpresa y alegría cuando su padre apareció en el
comedor.
El caso es que esta anécdota me hizo
pensar en el día del padre, que este año el pobre se va a pasar trabajando. Se
supone que el día es para él, pero lo cierto es que los niños se lo toman muy
en serio. Recuerdo el año pasado la carita de alegría y orgullo cuando
recogimos a Silvia en la guardería, tanto en el día del padre como en el de la
madre, y nos entregó el regalo que había preparado y nos recitó una
preciosísima poesía que se había aprendido de memoria. Es un día para
compartir. El regalo se hace a los adultos, pero lo que se conmemora es
realmente el nacimiento de los niños, ya que sin ellos no existiría tal día.
Por ello, me parece que lo más importante es pasar un tiempo especial juntos.
Los más extremistas y puritanos dirían que esto tendría que ser siempre; son
los mismos que consideran que la Navidad es un invento de los grandes centros
comerciales. A mí me gusta pensar que los momentos importantes hay que
celebrarlos. Y, aunque por supuesto soy partidaria de que padres e hijos pasen
inolvidables momentos a diario, me encanta pensar que pueden recordarlo a lo
grande un día al año.
Esto se complica cuando papá trabaja,
pero hay muchas formas de hacerlo especial incluso en esas circunstancias. Y
así nos encontramos ahora, planeando el perfecto día del padre… sin papá.
Un
desayuno en familia: A pesar de que es jueves y hay colegio, si dejamos el
día anterior preparados los uniformes, las mochilas, la bolsa de la merienda… y
animamos a los peques, podremos conseguir un buen rato en familia. Despertar a
papá media hora antes que de costumbre para que se siente a desayunar con los
niños. Habladlo el día antes con él para que finja sorprenderse cuando los
niños vayan a “despertarle” a la cama; no vaya a ser que ni recuerde el día que
es y les pegue un grito por saltarle en la cama. Puede que no haya comida ni
cena, pero sí habrá un gran comienzo de día. Planear con los peques lo que vais
a preparar: galletas en forma de corazón o un simple bizcocho. Algo que les
haga ilusión. Si detestan la leche, ese día dejadla en la nevera y poned zumo o
yogur líquido o incluso una taza de chocolate caliente. Es importante que todo
el mundo esté en pie con tiempo suficiente para que no haya que empezar el día
con gritos. Y os recomendaría que no vistieseis a los niños hasta no haber
terminado de desayunar, así tampoco vosotras os pondréis tensas por si se
manchan.
Notas escondidas: Es posible que no le
puedan entregar a papá su regalo al volver del colegio, pero sí que podéis
preparar con ellos algunas notas o dibujos y disfrutar escondiéndolos el día
anterior en la cartera, el coche o el abrigo.
Visita sorpresa: Si su trabajo lo
permite, acercaos por allí a darle un beso. Incluso, si tenéis tiempo, llevad el
regalo del cole. Aunque sean cinco minutos les hará mucha ilusión. Eso sí,
asegúrate de no poner las expectativas muy altas y de no interrumpir una
reunión crucial. Se trata de buscar un bonito encuentro, no de molestar.
Mensajes a papá: Por suerte, hoy no
necesitamos mandar una carta en una botella. Si a vuestros hijos les han
enseñado una poesía para este día tan especial, les podéis grabar recitándola y
enviársela a vuestra pareja por wahtsap, mensaje o incluso por email. Será una
agradable sorpresa. Y como los peques son egocéntricos por naturaleza les
encantará escucharse una y otra vez. Si tenéis letras magnéticas podéis
ayudarles a escribir un mensajito en la nevera. También, pueden hacer un
letrero o un dibujo y colgarlo de la puerta para que sea lo primero que vea al
llegar a casa.
Lo mejor es que involucréis a los peques
en todo el proceso. No se trata de que salga perfecto, sino más bien que
plasmen en dibujos y mensajes lo mucho que quieren a su padre, que se emocionen
pensando en lo contento que se va a poner papá cada vez que vea una de las
sorpresas que estáis preparándole juntos. Por no mencionar lo mayores que se
sentirán al guardar un secreto. Mis hijos tienen 2 y 4 años; su forma de
guardar un secreto es ésta: “mamá, no te voy a decir que papá me ha dejado
comer una chuche porque es un secreto”. Así que, por favor, si vuestros niños
aún son pequeños no os desesperéis porque le cuenten a papá cada una de las
“sorpresas” que habéis preparado. Recordad que es su día, no el de vuestro
aniversario. Esos también serán momentos inolvidables para recordar la
inocencia que tenían de pequeños. Pasadlo bien estos días preparando con ellos
tantas cositas como se os ocurran, pero sin llegar a cansarles; se trata de que
lo disfruten, dejad que participen y que aporten sus propias ideas, aunque sean
disparatadas. Prometo poneros fotos de las nuestras a medida que las vayamos
realizando.
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