domingo, 28 de septiembre de 2014

Un día con un bebé de 6 meses


                                       Una estupenda siesta de papá e hija de 5 meses
        Los niños cambian constantemente y cuesta adaptarnos a su ritmo. Cuando parece que, por fin, les tenemos cogido el tranquillo, en torno a los 6 meses, cambian por completo: disminuyen mucho sus siestas diurnas y con ello el tiempo que teníamos para organizarnos; además ya no se embelesan con nuestras miradas ni se calman meciéndoles en brazos; ahora quieren juerga, pero se aburren de cada actividad a los 5 minutos de haberla empezado. Y nosotros, que creíamos que ya habíamos pasado lo más difícil, nos sentimos perdidos. Los libros y consejos que nos facilitaron desde el hospital y la matrona sólo hablan de cuidados del recién nacido, nada que ver con lo que toca ahora. Aún así, es más fácil de lo que parece y, como siempre, lo primero es fijarnos en cuáles son las necesidades de nuestro bebé e intentar encajarlas en nuestro estilo de vida; recordad que con papis felices, es más fácil criar niños felices.
        Os cuento el gran secreto, no para llenar vuestro día, sino para disfrutarlo junto a vuestro bebé, sin que él se aburra y sin que vosotros os desesperéis, RUTINA. Ya sé lo que muchos de vosotros estaréis pensando en estos momentos, que es imposible seguir una rutina con un bebé tan pequeño, que aún no tiene horarios fijos, que si quisieseis ser así de estrictos lo llevaríais a una guardería… Mantener una constancia no significa ceñiros a horarios rígidos, sino volveros previsibles. Lejos de aburrirles esto les ofrece seguridad, lo que les da tranquilidad y a vosotros un respiro porque ambos sabréis a qué ateneros, porque no tendréis que volveros la cabeza loca tratando de pensar en qué vais a ocupar el día sigugiente y porque un bebé tranquilo es mucho más llevadero que uno inquieto. También he deciros que esto no se consigue de la noche a la mañana, pero el alivio de saber lo que vas a hacer a continuación sí que es instantáneo. Un pequeño truco, no os deis prisa en hacer las tareas del día a día que impliquen a vuestro pequeño, convertirlas en un momento de ocio entre ambos.
        Os pongo un ejemplo de día bastante completito:
1) Darle el pecho: Si se despierta con hambre, esto será lo primero que os exigirá. Tomároslo con calma. Mirar su carita y disfrutad del momento que compartís. Si sois incapaces de relajaros, podéis poneros música, vuestra serie favorita o coger un libro fácil de agarrar con una sola mano; cualquier cosa que os permita disfrutar de este momento de ternura que no vais a volver a compartir con él y que, os aseguro, luego se echa muchísimo de menos.
2) Vestirle: Con 6 meses ya se mueve, os puede dar patadas, meter el pie en pañal sucio y todo eso puede llevaros a querer hacerlo rápido para quitaros esta tarea de en medio. Pero tenéis otra opción, convertirlo en un momento de ocio que se repita día tras día. Personalmente, cuando vestía a Silvia por la mañana, me tomaba mi tiempo. La desnudaba poco a poco mientras le daba los buenos días, le decía el día de la semana que era, el mes y la estación. Le contaba que su papá estaba trabajando y le explicaba dónde y en qué consistía su trabajo. Le hablaba mirándole a los ojos y sonriéndole. Obviamente no entienden el significado de las palabras, pero comprenden perfectamente la atención que están recibiendo, el cariño que transmite nuestra calma y dulzura y esto les ayuda a relajarse, a mantenerse entretenidos sin liarla y a calmarse. Y a vosotros se os pasará mucho más rápido el tiempo porque estaréis pensando en lo que le estáis contando, compartiendo algo con él. Y antes de ponerle los patucos nosotras nos reíamos mucho contando la historia de los deditos de los pies, ya sabéis: “El meñique compró un huevo, el anular lo cocinó, el corazón lo llevó a la mesa, el índice le echó sal y el pulgar, que es un gordito y un listillo, ¡se lo comió todito!”. Cada vez que nombraba un dedo se lo agarraba y se lo movía, para que supiese a cuál me estaba refiriendo y cuando llegábamos al gordito le hacía cosquillitas en el pecho y debajo de los brazos. Si compartís algo así con vuestros hijos, la hora de vestirse pasará de ser una obligación de 3 minutos a un estupendo rato con ellos de 10 minutos. Y así se va ganando la batalla contra todo un día, poco a poco.
3) La ducha: con un bebé inquieto, puede convertirse en todo un reto, pero siempre es posible, fijándonos en él, encontrar algo que lo mantenga entretenido para no empezar el día con tensión. Podéis ponerle en una hamaquita dentro del baño y cantarle sus canciones favoritas; estará tan entretenido viendo “llover” dentro de casa que no protestará demasiado. También le podéis dejar un juguete o incluso salpicarle con mucho cuidado unas gotitas en la cara o en las manos. De esta forma, el momento de la ducha dejará de ser una tortura en el que le oímos llorar desde la cuna. Si no tenéis una hamaca, le podéis sentar en la trona o acercar la silla de paseo. Si nada de esto os funciona, seguid probando todo lo que se os ocurra hasta lograr que vuestra ducha de dos minutos sea un momento de relax. Mientras os secáis, podéis hacer mini paradas para hacerle cosquillas. Al vestiros, le podéis tapar la cara con la ropa que vayáis cogiendo, aunque no más de dos/tres segundos que algunos bebés se agobian enseguida. Mientras lo hacéis, le decís: “¿Dónde está (y su nombre)?” y al quitarle la prenda, “ahí estás”, con una gran sonrisa que probablemente os devolverá.
4) Hacer la cama: Tarea que pasa de durar 5 minutos a ocuparnos casi un cuarto de hora, pero de diversión. Recordad que se trata de disfrutar el tiempo que, por fortuna, podéis compartir con vuestros hijos; no de terminar cuanto antes. Podéis colocarle boca abajo en el centro de la cama, estirando las sábanas con mucho cuidado para no tirarle; y asegurándoos de tenerle siempre a mano para que no se caiga. Si le habláis y le animáis, le estaréis estimulando para que empiece a mantener la cabeza levantada e incluso a gatear. Cuando esto ocurra hay que doblar el cuidado para que no se caiga por uno de los extremos de la cama. Pero éste debe ser un momento que ambos disfrutéis, así que si el miedo a que se haga daño os pone en tensión podéis probar a ponerle en el suelo junto a vosotros, sobre una alfombra o manta-gimnasio.
5) Desayunar: Si el peque ya toma zumo de naranja natural y una galleta María, es vuestra ocasión, mientras está entretenido deshaciendo la galleta con las encías para tomar vuestra ración de energía. Si aún está sólo con la leche, y ya se la habéis dado, le podéis sentar en una trona pegada a la mesa y ponerle a mano una cuchara y un vasito de plástico. Le llamarán la atención y jugará con ellos. A medida que crezca tratará de imitaros y le ayudará a aprender a usar los cubiertos. Como veis, teniéndolos en casa, hay muchas maneras de ayudarles en su desarrollo con las tareas habituales del día a día sin esforzarnos demasiado y sin llenar la casa de juguetes.
6) Toca jugar: Los bebés lo quieren tocar todo, llevárselo a la boca y examinarlo porque son curiosos por naturaleza. Si le ofrecéis objetos de distintos tamaños y texturas se sorprenderá y jugará con ellos. Un día pueden ser frutas (un plátano, una naranja y una pera, por ejemplo; mejor si no están demasiado maduros para que tarden más en destrozarlas), dejarles que las huelan y hasta que las chupen si las habéis lavado previamente. Contadle que son frutas, decidle sus nombres, de qué color son, que están dulces… Otro día pueden ser cacharros de la cocina (una pequeña cacerola, una cucharita metálica y un tenedor de madera); se volverá loco haciendo ruido con ellos y distinguiendo el metal de la madera, algo que también le podéis ir explicando, con frases cortas, pero completas y procurando que contengan adjetivos para ampliar su vocabulario, por ejemplo, “es una olla, sí, una olla pequeña de metal, ¿ves cómo suena el metal? ¿y el tenedor de madera? ¿suena igual la madera?”… Otro día puede ser ropa o trapos, le podéis hacer ver las diferencias entre la suavidad de un lazo tipo seda a cómo raspa el velcro de sus zapatitos. Si tenéis animales de peluche o de plástico los podéis utilizar para un cuarto día, le encantará que imitéis al cerdito, al perro o al gato. Podéis plantearos utilizar una cosa cada día o alternar las dos o tres que se os ocurran y tengáis a mano. Que nos preocupe repetiros cada día, no les aburrirá; esto os quedará más claro cuando os pida una y otra vez que le pongáis la misma película o que le leáis el mismo libro.
7) Psicomotricidad: Como no aguantará mucho sentado, en cuanto veáis que se revuelve, poned vuestra música favorita y… ¡a bailar! Nunca encontraréis mejor pareja de baile, es un amor. Pensará que os habéis vuelto un poco locos, con tanto giro y tanto movimiento, pero seguro que se le escapa una gran sonrisa y, para que no os destrocéis los brazos, en cuanto acabe la canción o no podáis más, ponedle en el suelo, mejor sobre una alfombra o tapiz de juegos, rodeado de almohadones. La idea es animarle a gatear llamando su atención con su objeto favorito, haciendo ruidos en distintas zonas de la habitación para trabajar su atención, escondiéndoos detrás de vuestras manos…
8) Siesta: Cuando le toque dormirse, tratad, nuevamente de adaptaros. Si es de los que sólo se duermen de paseo, aprovechad para hacer recados. Si necesita brazos, acostumbrarle a la mecedora para que no os destrocéis la espalda. De esta forma, en lugar de poneros cada vez más nerviosos por lo mucho que tarda os estaréis relajando viendo cómo se va quedando frito, que es algo absolutamente maravilloso. Y la sensación de paz que transmiten cuando, gracias a ti, a tus cuidados y cariño, se encuentra en tal estado de paz que se refleja en esa preciosa carita es algo completamente indescriptible. Y, mientras duerme, podéis aprovechar para hacer aquellas cosas que no podéis compartir con él, como cocinar o planchar. Excepto si estáis muy cansados. Entonces debéis aprovechar para dormir o descansar y ya sé que la casa no se hace sola, pero si no trabajáis por estar con él y el tiempo que pasáis juntos se convierte en una pesadilla por lo cansados que estáis, será bastante irónico. No os preocupéis, no todos los días vais a estar cansados y habrá algunos que podáis adelantar tarea. Tomároslo con tranquilidad.
9) Parque: Por mucho frío que haga, si no llueve, bien abrigadito se puede dar un paseo, hacia el mediodía, a las horas en las que se esté más calentito, y aterrizar en el parque que, a estas edades, es como un gran parque de atracciones en el que se lo pasará como un enano. Los columpios de bebé ya están en casi todos y, si les sujetáis con las manos por la cintura, les podéis mecer un poquito. Aún no puede subir las escaleras para llegar al tobogán, pero vosotros sí que le podéis colocar en la parte de arriba y, sujetándole por la cintura, deslizarle cuesta abajo. Los caballitos que se balancean de adelante hacia atrás les vuelven locos. Le agarráis y ellos tenderán a sujetarse a los manillares. En invierno no hay mucha gente, pero acabaréis coincidiendo con algún que otro padre/madre que está como vosotros; de este modo, el niño se relacionará con otros como él, lo que le vendrá fenomenal para desarrollar sus habilidades sociales y, ni os cuento, lo bien que sienta hablar con otro adulto.
10) A comer: Ésta es la hora perfecta para el show de papá y mamá. Si podéis comer con él, nunca es pronto. A veces es bastante incómodo, sobre todo, si es de los impacientes y no os permite ni comer una cucharada entre dos suyas, pero siempre viene bien que se acostumbre a ver la mesa puesta y todo el mundo haciendo lo mismo. Le animará a querer ser igual que vosotros y probablemente pedirá los cubiertos antes que si comiese solo. En cualquier caso, y como aún es muy pequeño, podéis pasároslo bien juntos. A Silvia le encantaba que le contase “Los tres cerditos” y “Caperucita roja”; a mi manera, como los deditos de los pies, con grandes exageraciones, gesticulando y poniendo vocecitas. Sergio, en cambio, prefiere canciones; las del Canta juegos están fenomenal porque son fáciles de aprender y están acompañadas de gestos, lo que les encanta.
11) Achuchón: No hay nada mejor que unos buenos mimos de papá y mamá y éste es un momento tan bueno como cualquier otro. Podéis ponerle sobre vuestras rodillas y jugar a “Palmas, palmitas, que viene papá; palmas, palmitas que pronto vendrá” y terminar con cosquillitas.
12) En marcha: Cuando ya no aguante más sentado le podéis poner de pie sobre vuestra cama, sujetándole por debajo de los brazos. La idea no es forzarle a caminar, sino que cambie de postura, que note diferentes texturas en los pies, que se divierta y ¿por qué no? Que se canse un poco. Acercarle a la almohada, para que note ese pequeño “escalón” y que vaya escalando, que es algo que les suele gustar mucho. Y en cuanto se calme…
13) Lectura: Toca coger un buen libro. Uno de plástico, para que lo pueda morder mientras intentáis explicarle los dibujos. O de cartón, para que pueda agarrar las páginas sin ningún peligro. Incluso con sonidos o hasta con pop-ups, aunque con estos hay que tener cuidado porque tienden a arrancar los dibujos que sobresalen y os haréis grandes amigas del celo y la cola blanca, creedme.
14) Piscina: Con 6 meses ya se pueden apuntar a natación. Es una clase en la que podéis participar y os aportará innumerables satisfacciones: acorta enormemente la tarde, o la mañana, según elijáis, porque entre los trayectos, el tiempo en el vestuario y en el agua, se pasa el día volando; estará con otros niños, relacionándose, desenvolviéndose en el medio acuático que le resulta tan familiar; podréis hablar con adultos y, no sólo eso, con padres con preocupaciones similares a las vuestras; y literalmente alucinaréis con la cantidad de cosas que saben hacer tan chiquititos, os sentiréis súper orgullosos y se os escapará una sonrisa detrás de otra. En la mayoría de las piscinas ofrecen ya cursos para bebés. Si no encontráis una o preferís ir por vuestra cuenta siempre podéis acercaros a la piscina que mejor os convenga, aunque yo os recomiendo fervientemente apuntaros a un cursillo porque así os obligaréis a ir y estaréis con gente en vuestra misma situación. En nuestro caso, el curso era de 4 días a la semana, media hora cada día, porque tan pequeñitos se enfrían rápido y la mañana se nos iba sin habernos dado cuenta.
15) Visitas: Con el peque cansado y relajado es el momento perfecto para hacer visitas. Si podéis quedar con alguna amiga o visitar a algún pariente, entre la ida, la vuelta a casa y el ratito en el que le hacen monerías se os habrá terminado el día y será la hora de volver a casa para el
16) Baño: Debería ser un momento de ternura, no de tensiones, por lo que si os da miedo que el peque se resbale, especialmente ahora que no para quieto ni un segundo, hay unos estupendos asientos, que se adhieren con ventosas el suelo de la bañera. Los más económicos que he visto yo están en Carrefour. Están recomendados a partir de 6 meses y os permitirá jugar en la bañera sin miedos ni tensiones.
17) Pijama: Si está muy cansado, andará agitado y ponerle el pijama se convertirá en una carrera de obstáculos. Con Silvia aplicábamos contra medidas; cuanto más agitada estaba, con más calma íbamos porque si nos vamos tensionando nosotros, peor se pondrán ellos. Para distraerla, le decía “vamos a contar cuántos corchetes tiene el pijama”. Y mientras decía “uuuuunoooooo” ponía cara de estreñida, apretando las dos mitades, como si estuviese tan duro que fuese casi imposible, y así hasta llegar al último.
18) A desconectar: una vez que se han dormido es vuestro momento. Necesitáis unos instantes para recuperar la parte de vosotros que no es mamá ni papá, para ver una serie, leer un libro, hacer yoga… darle un beso a vuestra pareja…


        Mis tres imprescindibles para ser felices con un niño feliz son: Rutina, salir de casa todo lo que podáis y dedicaros cada día un momento a vosotros. Espero haberos ayudado a comprobar que el día se puede llenar, de forma sencilla, con momentos geniales con los más peques de la casa. En próximos posts os traeré más ejemplos para los bebés más inquietos que necesitan muchas más ocupaciones cada día. ¡Hasta el miércoles!






viernes, 26 de septiembre de 2014

Tu éxito en la vida depende de tu ternura con el joven, tu compasión con el anciano, tu simpatía con el necesitado y tolerancia con el débil y con el fuerte. Porque te tocará ser todos ellos. George W. Carver



Es muy difícil comprender siempre a los demás, pero ayuda intentar ponerse en su lugar. A veces exigimos mucho a los niños; en cuanto aprenden a hablar y a ser un poco autónomos, en ocasiones, nos olvidamos de que todavía son pequeños y pretendemos que hagan cosas de mayores. ¿No os ha pasado nunca que tenéis prisa, les pedís que hagan algo que para vosotros es fácil y cuando no lo consiguen a la primera les saltáis “es que estás tardando como una cría”? A mí sí. No he terminado la frase y pienso, claro, es que es una cría, que sólo tiene 3 años. Cuando me doy cuenta intento ponerle remedio, pero no siempre se consigue. Especialmente en épocas de estrés o en momentos de falta de tiempo es fácil olvidar que aún son niños, que necesitan nuestro apoyo y, ¿por qué no? Nuestros aplausos.

            Recuerdo sus primeros logros, nuestra cara de emoción, grabándoles en vídeo. Tiene que ser duro, sobre todo desde su punto de vista que, de repente, en lugar de aplaudirte porque por fin te subes solo a la silla del coche, para lo que literalmente tienen que escalar, les apartes y les sientes tú porque es más rápido. Vivimos en un mundo guiado por el reloj, especialmente con la vuelta al cole porque tenemos que llegar a una hora determinada a clase, a las extraescolares… tienen que bañarse temprano, cenar rápido y acostarse pronto porque al día siguiente tienen que madrugar y necesitan dormir lo suficiente. Pero si nos tomamos cinco minutos para organizar este otoño nos daremos cuenta que es preferible que les falte una hora de sueño a que duerman intranquilos porque el final del día se convierte en un estrés lleno de prisas. Y que es preferible levantarles 15 minutos antes y que podamos sonreírles y decirles “buenos días” dándoles un buen beso y un gran achuchón, que por dejarles dormir un cuarto de hora más andar casi a gritos para que se espabilen a la hora de ponerse la ropa y terminar el desayuno.

            Cuando todo esto me cuesta o veo que algo no funciona… Oh, sí, si se presta un pelín de atención se ve rápido, en su mirada apagada y triste, en su falta de sonrisas, en que dejan de parlotear, en que se tensan y se ponen testarudos… cuando esto pasa me tomo tiempo para reflexionar y trato de reorganizar el día para que el siguiente sea mejor y cada vez mejor porque es altamente gratificante mejorar nuestra rutina. Las vacaciones son estupendas, pero duran poco. Hacer del día a día una sucesión de momentos divertidos y tiernos con tus hijos es todo un logro que te da mil veces más satisfacciones que esfuerzo te suponen. Despiértales con cariño, subiendo poco a poco la persiana. Tómate tu tiempo y si ves que se hace tarde al día siguiente empieza unos minutos antes. Dale un gran beso y dile cuánto le quieres. Ten listo el desayuno para que no tenga que esperarlo y, si es de los madrugadores, déjale que te ayude aunque tardes un poco más. Si es pequeño o tiene mimos ayúdale a vestirse; no hay nada malo en que tenga estas “regresiones”, ¿acaso tú no echas de menos dormirle en brazos o darle el biberón? Si los fines de semana se viste sólo y por la noche se desnuda para meterse en la bañera y se pone el pijama sin ayuda, ¿por qué no concederle esos mimos mañaneros? Si os toca ir en coche, ponle su música favorita. Si vais andando, ¿por qué no hacerlo jugando o cantando? La vergüenza debería salir por la puerta en el momento del parto, por no decir en la primera exploración, y no volver a entrar jamás porque podemos perdernos grandes momentos con nuestros hijos.

            La tolerancia es una parte muy importante de toda relación, como la paciencia; hay que aprender a entenderles, a ser tolerantes con sus manías y tratar de comprender su carácter. Lo que, en ningún caso quiere decir que tengamos que ceder a sus caprichos, pero sí tratar de comprender las razones de su comportamiento. Entre otras cosas porque, como casi todo en educación, aunque nos lleve mucho más tiempo enseñarles así, a la larga saldremos todos ganando. Hay que recordar que los niños se están moldeando y, aunque tengan su propio carácter es un momento perfecto para ayudarles a controlarlo y a actuar en consecuencia. Los más tímidos necesitarán un empujón a la hora de relacionarse. Los más testarudos necesitarán aprender a escuchar las opiniones de las demás…

            Todos hemos sido niños quizá por eso, aunque a veces perdamos la paciencia con ellos, habitualmente somos más tolerantes con los pequeños que con los ancianos. La cita que os propongo esta semana encierra mucha verdad. Todos hemos nacido como bebés indefensos y acabaremos de la misma forma en nuestros últimos años. A lo largo de este período seremos más fuertes que otros, pero también más débiles. Creo que la felicidad en la vida consiste en contentarse con lo que uno tiene, tratar de mejorar siempre y de ver el vaso medio lleno, sin olvidar buscar una botella para llenarlo del todo. Tratemos de ser justos con los demás y de mejorar fijándonos en ellos en lugar de juzgarlos. Casi todo el mundo tiene una razón para su comportamiento, aunque a veces la desconozcamos o no la consideremos buena. Todos tenemos derecho a tener nuestras opiniones, pero hay que aprender a respetar las de los demás; así podemos aprende mucho.

            La paciencia y la tolerancia tendrían que estar siempre presentes en nuestra vida. Recupero para vosotros un vídeo que circuló hace tiempo por Internet y que me parece que refleja perfectamente lo que estamos hablando. Recuperemos el respeto por los demás que, a veces, es lo único que hace falta para que todo vaya mejor y disfrutemos de todos los buenos momentos que podamos con los que nos rodean. La vida es mucho más bella llena de pequeños momentos felices que esperando que llegue uno grande e impresionante.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

La Tarara


                                                                                               Gijón, 15 de agosto de 2014

 La Tarara sí, la Tarara no
La Tarara madre que la bailo yo

 
Tiene la tarara un vestido blanco
Que sólo se pone en el jueves santo

 
La Tarara sí, la Tarara no
La Tarara madre que la bailo yo

 
Tiene la Tarara un cesto de frutas
Que si se las pido me las da maduras

 
La Tarara sí, la Tarara no
La Tarara madre que la bailo yo

 
Tiene la Tarara un dedito malo
Que no se lo cura ningún cirujano

 
La Tarara sí, la Tarara no
La Tarara madre que la bailo yo

 
Tiene la Tarara un cesto de flores
Que si se las pido me da las mejores

 
La Tarara sí, la Tarara no
La Tarara madre que la bailo yo

 
Tiene la Tarara unos pantalones
Que de arriba abajo todo son botones

 
La Tarara sí, la Tarara no
La Tarara madre que la bailo yo

Tiene la Tarara un vestido verde
Lleno de volantes y de cascabeles

 
La Tarara sí, la Tarara no
La Tarara madre que la bailo yo



            Espero que os guste esta canción y que os sirva para el repertorio que les cantáis a vuestros hijos, especialmente a las que necesitéis uno amplio para dormirles, como me pasó a mí. Os dejo un enlace a un vídeo del Cantajuegos: https://www.youtube.com/watch?v=tuCfFiYOsJI