Una estupenda siesta de papá e hija de 5
meses
Los
niños cambian constantemente y cuesta adaptarnos a su ritmo. Cuando parece que,
por fin, les tenemos cogido el tranquillo, en torno a los 6 meses, cambian por
completo: disminuyen mucho sus siestas diurnas y con ello el tiempo que
teníamos para organizarnos; además ya no se embelesan con nuestras miradas ni
se calman meciéndoles en brazos; ahora quieren juerga, pero se aburren de cada
actividad a los 5 minutos de haberla empezado. Y nosotros, que creíamos que ya
habíamos pasado lo más difícil, nos sentimos perdidos. Los libros y consejos
que nos facilitaron desde el hospital y la matrona sólo hablan de cuidados del
recién nacido, nada que ver con lo que toca ahora. Aún así, es más fácil de lo
que parece y, como siempre, lo primero es fijarnos en cuáles son las
necesidades de nuestro bebé e intentar encajarlas en nuestro estilo de vida;
recordad que con papis felices, es más fácil criar niños felices.
Os
cuento el gran secreto, no para llenar vuestro día, sino para disfrutarlo junto
a vuestro bebé, sin que él se aburra y sin que vosotros os desesperéis, RUTINA.
Ya sé lo que muchos de vosotros estaréis pensando en estos momentos, que es
imposible seguir una rutina con un bebé tan pequeño, que aún no tiene horarios
fijos, que si quisieseis ser así de estrictos lo llevaríais a una guardería…
Mantener una constancia no significa ceñiros a horarios rígidos, sino volveros
previsibles. Lejos de aburrirles esto les ofrece seguridad, lo que les da tranquilidad
y a vosotros un respiro porque ambos sabréis a qué ateneros, porque no tendréis
que volveros la cabeza loca tratando de pensar en qué vais a ocupar el día
sigugiente y porque un bebé tranquilo es mucho más llevadero que uno inquieto.
También he deciros que esto no se consigue de la noche a la mañana, pero el
alivio de saber lo que vas a hacer a continuación sí que es instantáneo. Un
pequeño truco, no os deis prisa en hacer las tareas del día a día que impliquen
a vuestro pequeño, convertirlas en un momento de ocio entre ambos.
Os
pongo un ejemplo de día bastante completito:
1) Darle el pecho: Si se despierta con
hambre, esto será lo primero que os exigirá. Tomároslo con calma. Mirar su
carita y disfrutad del momento que compartís. Si sois incapaces de relajaros,
podéis poneros música, vuestra serie favorita o coger un libro fácil de agarrar
con una sola mano; cualquier cosa que os permita disfrutar de este momento de
ternura que no vais a volver a compartir con él y que, os aseguro, luego se
echa muchísimo de menos.
2) Vestirle: Con 6 meses ya se mueve, os
puede dar patadas, meter el pie en pañal sucio y todo eso puede llevaros a
querer hacerlo rápido para quitaros esta tarea de en medio. Pero tenéis otra
opción, convertirlo en un momento de ocio que se repita día tras día.
Personalmente, cuando vestía a Silvia por la mañana, me tomaba mi tiempo. La
desnudaba poco a poco mientras le daba los buenos días, le decía el día de la
semana que era, el mes y la estación. Le contaba que su papá estaba trabajando
y le explicaba dónde y en qué consistía su trabajo. Le hablaba mirándole a los
ojos y sonriéndole. Obviamente no entienden el significado de las palabras,
pero comprenden perfectamente la atención que están recibiendo, el cariño que transmite
nuestra calma y dulzura y esto les ayuda a relajarse, a mantenerse entretenidos
sin liarla y a calmarse. Y a vosotros se os pasará mucho más rápido el tiempo
porque estaréis pensando en lo que le estáis contando, compartiendo algo con
él. Y antes de ponerle los patucos nosotras nos reíamos mucho contando la
historia de los deditos de los pies, ya sabéis: “El meñique compró un huevo, el
anular lo cocinó, el corazón lo llevó a la mesa, el índice le echó sal y el
pulgar, que es un gordito y un listillo, ¡se lo comió todito!”. Cada vez que
nombraba un dedo se lo agarraba y se lo movía, para que supiese a cuál me
estaba refiriendo y cuando llegábamos al gordito le hacía cosquillitas en el
pecho y debajo de los brazos. Si compartís algo así con vuestros hijos, la hora
de vestirse pasará de ser una obligación de 3 minutos a un estupendo rato con
ellos de 10 minutos. Y así se va ganando la batalla contra todo un día, poco a
poco.
3) La ducha: con un bebé inquieto, puede
convertirse en todo un reto, pero siempre es posible, fijándonos en él,
encontrar algo que lo mantenga entretenido para no empezar el día con tensión.
Podéis ponerle en una hamaquita dentro del baño y cantarle sus canciones
favoritas; estará tan entretenido viendo “llover” dentro de casa que no
protestará demasiado. También le podéis dejar un juguete o incluso salpicarle
con mucho cuidado unas gotitas en la cara o en las manos. De esta forma, el
momento de la ducha dejará de ser una tortura en el que le oímos llorar desde
la cuna. Si no tenéis una hamaca, le podéis sentar en la trona o acercar la
silla de paseo. Si nada de esto os funciona, seguid probando todo lo que se os
ocurra hasta lograr que vuestra ducha de dos minutos sea un momento de relax.
Mientras os secáis, podéis hacer mini paradas para hacerle cosquillas. Al
vestiros, le podéis tapar la cara con la ropa que vayáis cogiendo, aunque no
más de dos/tres segundos que algunos bebés se agobian enseguida. Mientras lo
hacéis, le decís: “¿Dónde está (y su nombre)?” y al quitarle la prenda, “ahí
estás”, con una gran sonrisa que probablemente os devolverá.
4) Hacer la cama: Tarea que pasa de durar 5
minutos a ocuparnos casi un cuarto de hora, pero de diversión. Recordad que se
trata de disfrutar el tiempo que, por fortuna, podéis compartir con vuestros
hijos; no de terminar cuanto antes. Podéis colocarle boca abajo en el centro de
la cama, estirando las sábanas con mucho cuidado para no tirarle; y asegurándoos
de tenerle siempre a mano para que no se caiga. Si le habláis y le animáis, le
estaréis estimulando para que empiece a mantener la cabeza levantada e incluso
a gatear. Cuando esto ocurra hay que doblar el cuidado para que no se caiga por
uno de los extremos de la cama. Pero éste debe ser un momento que ambos
disfrutéis, así que si el miedo a que se haga daño os pone en tensión podéis
probar a ponerle en el suelo junto a vosotros, sobre una alfombra o
manta-gimnasio.
5) Desayunar: Si el peque ya toma zumo de
naranja natural y una galleta María, es vuestra ocasión, mientras está
entretenido deshaciendo la galleta con las encías para tomar vuestra ración de
energía. Si aún está sólo con la leche, y ya se la habéis dado, le podéis
sentar en una trona pegada a la mesa y ponerle a mano una cuchara y un vasito
de plástico. Le llamarán la atención y jugará con ellos. A medida que crezca
tratará de imitaros y le ayudará a aprender a usar los cubiertos. Como veis,
teniéndolos en casa, hay muchas maneras de ayudarles en su desarrollo con las
tareas habituales del día a día sin esforzarnos demasiado y sin llenar la casa
de juguetes.
6) Toca jugar: Los bebés lo quieren tocar
todo, llevárselo a la boca y examinarlo porque son curiosos por naturaleza. Si
le ofrecéis objetos de distintos tamaños y texturas se sorprenderá y jugará con
ellos. Un día pueden ser frutas (un plátano, una naranja y una pera, por
ejemplo; mejor si no están demasiado maduros para que tarden más en
destrozarlas), dejarles que las huelan y hasta que las chupen si las habéis
lavado previamente. Contadle que son frutas, decidle sus nombres, de qué color
son, que están dulces… Otro día pueden ser cacharros de la cocina (una pequeña
cacerola, una cucharita metálica y un tenedor de madera); se volverá loco
haciendo ruido con ellos y distinguiendo el metal de la madera, algo que
también le podéis ir explicando, con frases cortas, pero completas y procurando
que contengan adjetivos para ampliar su vocabulario, por ejemplo, “es una olla,
sí, una olla pequeña de metal, ¿ves cómo suena el metal? ¿y el tenedor de
madera? ¿suena igual la madera?”… Otro día puede ser ropa o trapos, le podéis
hacer ver las diferencias entre la suavidad de un lazo tipo seda a cómo raspa
el velcro de sus zapatitos. Si tenéis animales de peluche o de plástico los
podéis utilizar para un cuarto día, le encantará que imitéis al cerdito, al
perro o al gato. Podéis plantearos utilizar una cosa cada día o alternar las
dos o tres que se os ocurran y tengáis a mano. Que nos preocupe repetiros cada
día, no les aburrirá; esto os quedará más claro cuando os pida una y otra vez
que le pongáis la misma película o que le leáis el mismo libro.
7) Psicomotricidad: Como no aguantará mucho
sentado, en cuanto veáis que se revuelve, poned vuestra música favorita y… ¡a
bailar! Nunca encontraréis mejor pareja de baile, es un amor. Pensará que os habéis
vuelto un poco locos, con tanto giro y tanto movimiento, pero seguro que se le
escapa una gran sonrisa y, para que no os destrocéis los brazos, en cuanto
acabe la canción o no podáis más, ponedle en el suelo, mejor sobre una alfombra
o tapiz de juegos, rodeado de almohadones. La idea es animarle a gatear
llamando su atención con su objeto favorito, haciendo ruidos en distintas zonas
de la habitación para trabajar su atención, escondiéndoos detrás de vuestras
manos…
8) Siesta: Cuando le toque dormirse, tratad,
nuevamente de adaptaros. Si es de los que sólo se duermen de paseo, aprovechad
para hacer recados. Si necesita brazos, acostumbrarle a la mecedora para que no
os destrocéis la espalda. De esta forma, en lugar de poneros cada vez más
nerviosos por lo mucho que tarda os estaréis relajando viendo cómo se va
quedando frito, que es algo absolutamente maravilloso. Y la sensación de paz
que transmiten cuando, gracias a ti, a tus cuidados y cariño, se encuentra en
tal estado de paz que se refleja en esa preciosa carita es algo completamente
indescriptible. Y, mientras duerme, podéis aprovechar para hacer aquellas cosas
que no podéis compartir con él, como cocinar o planchar. Excepto si estáis muy
cansados. Entonces debéis aprovechar para dormir o descansar y ya sé que la
casa no se hace sola, pero si no trabajáis por estar con él y el tiempo que
pasáis juntos se convierte en una pesadilla por lo cansados que estáis, será
bastante irónico. No os preocupéis, no todos los días vais a estar cansados y
habrá algunos que podáis adelantar tarea. Tomároslo con tranquilidad.
9) Parque: Por mucho frío que haga, si no
llueve, bien abrigadito se puede dar un paseo, hacia el mediodía, a las horas
en las que se esté más calentito, y aterrizar en el parque que, a estas edades,
es como un gran parque de atracciones en el que se lo pasará como un enano. Los
columpios de bebé ya están en casi todos y, si les sujetáis con las manos por
la cintura, les podéis mecer un poquito. Aún no puede subir las escaleras para
llegar al tobogán, pero vosotros sí que le podéis colocar en la parte de arriba
y, sujetándole por la cintura, deslizarle cuesta abajo. Los caballitos que se
balancean de adelante hacia atrás les vuelven locos. Le agarráis y ellos
tenderán a sujetarse a los manillares. En invierno no hay mucha gente, pero
acabaréis coincidiendo con algún que otro padre/madre que está como vosotros;
de este modo, el niño se relacionará con otros como él, lo que le vendrá
fenomenal para desarrollar sus habilidades sociales y, ni os cuento, lo bien
que sienta hablar con otro adulto.
10) A comer: Ésta es la hora perfecta para
el show de papá y mamá. Si podéis comer con él, nunca es pronto. A veces es
bastante incómodo, sobre todo, si es de los impacientes y no os permite ni
comer una cucharada entre dos suyas, pero siempre viene bien que se acostumbre
a ver la mesa puesta y todo el mundo haciendo lo mismo. Le animará a querer ser
igual que vosotros y probablemente pedirá los cubiertos antes que si comiese
solo. En cualquier caso, y como aún es muy pequeño, podéis pasároslo bien
juntos. A Silvia le encantaba que le contase “Los tres cerditos” y “Caperucita
roja”; a mi manera, como los deditos de los pies, con grandes exageraciones,
gesticulando y poniendo vocecitas. Sergio, en cambio, prefiere canciones; las
del Canta juegos están fenomenal porque son fáciles de aprender y están
acompañadas de gestos, lo que les encanta.
11) Achuchón: No hay nada mejor que unos
buenos mimos de papá y mamá y éste es un momento tan bueno como cualquier otro.
Podéis ponerle sobre vuestras rodillas y jugar a “Palmas, palmitas, que viene
papá; palmas, palmitas que pronto vendrá” y terminar con cosquillitas.
12) En marcha: Cuando ya no aguante más
sentado le podéis poner de pie sobre vuestra cama, sujetándole por debajo de
los brazos. La idea no es forzarle a caminar, sino que cambie de postura, que
note diferentes texturas en los pies, que se divierta y ¿por qué no? Que se
canse un poco. Acercarle a la almohada, para que note ese pequeño “escalón” y
que vaya escalando, que es algo que les suele gustar mucho. Y en cuanto se
calme…
13) Lectura: Toca coger un buen libro. Uno
de plástico, para que lo pueda morder mientras intentáis explicarle los
dibujos. O de cartón, para que pueda agarrar las páginas sin ningún peligro. Incluso
con sonidos o hasta con pop-ups, aunque con estos hay que tener cuidado porque
tienden a arrancar los dibujos que sobresalen y os haréis grandes amigas del
celo y la cola blanca, creedme.
14) Piscina: Con 6 meses ya se pueden
apuntar a natación. Es una clase en la que podéis participar y os aportará
innumerables satisfacciones: acorta enormemente la tarde, o la mañana, según
elijáis, porque entre los trayectos, el tiempo en el vestuario y en el agua, se
pasa el día volando; estará con otros niños, relacionándose, desenvolviéndose
en el medio acuático que le resulta tan familiar; podréis hablar con adultos y,
no sólo eso, con padres con preocupaciones similares a las vuestras; y
literalmente alucinaréis con la cantidad de cosas que saben hacer tan chiquititos,
os sentiréis súper orgullosos y se os escapará una sonrisa detrás de otra. En
la mayoría de las piscinas ofrecen ya cursos para bebés. Si no encontráis una o
preferís ir por vuestra cuenta siempre podéis acercaros a la piscina que mejor
os convenga, aunque yo os recomiendo fervientemente apuntaros a un cursillo
porque así os obligaréis a ir y estaréis con gente en vuestra misma situación.
En nuestro caso, el curso era de 4 días a la semana, media hora cada día,
porque tan pequeñitos se enfrían rápido y la mañana se nos iba sin habernos
dado cuenta.
15) Visitas: Con el peque cansado y relajado
es el momento perfecto para hacer visitas. Si podéis quedar con alguna amiga o
visitar a algún pariente, entre la ida, la vuelta a casa y el ratito en el que
le hacen monerías se os habrá terminado el día y será la hora de volver a casa
para el
16) Baño: Debería ser un momento de ternura,
no de tensiones, por lo que si os da miedo que el peque se resbale,
especialmente ahora que no para quieto ni un segundo, hay unos estupendos
asientos, que se adhieren con ventosas el suelo de la bañera. Los más
económicos que he visto yo están en Carrefour. Están recomendados a partir de 6
meses y os permitirá jugar en la bañera sin miedos ni tensiones.
17) Pijama: Si está muy cansado, andará
agitado y ponerle el pijama se convertirá en una carrera de obstáculos. Con
Silvia aplicábamos contra medidas; cuanto más agitada estaba, con más calma
íbamos porque si nos vamos tensionando nosotros, peor se pondrán ellos. Para
distraerla, le decía “vamos a contar cuántos corchetes tiene el pijama”. Y
mientras decía “uuuuunoooooo” ponía cara de estreñida, apretando las dos
mitades, como si estuviese tan duro que fuese casi imposible, y así hasta
llegar al último.
18) A desconectar: una vez que se han
dormido es vuestro momento. Necesitáis unos instantes para recuperar la parte
de vosotros que no es mamá ni papá, para ver una serie, leer un libro, hacer
yoga… darle un beso a vuestra pareja…
Mis
tres imprescindibles para ser felices con un niño feliz son: Rutina, salir de
casa todo lo que podáis y dedicaros cada día un momento a vosotros. Espero
haberos ayudado a comprobar que el día se puede llenar, de forma sencilla, con
momentos geniales con los más peques de la casa. En próximos posts os traeré
más ejemplos para los bebés más inquietos que necesitan muchas más ocupaciones
cada día. ¡Hasta el miércoles!