lunes, 12 de enero de 2015

Los 5 mejores inventos de la maternidad


        Hay muchas frases que se oyen relacionadas con los bebés:
“Siempre tendría que haber un bebé en una casa”
“Si ves a un adulto con cara de payaso, repitiendo sin parar gugú-tatá, habrá un bebé cerca”
“Los padres nos volvemos tontos cuando nace nuestro primer hijo”, ¡Qué cierto! Todos somos diferentes, como personas y, por supuesto, cuando nos convertimos en padres. Pero la mayoría sufre un cambio radical cuando llega al mundo su retoño, especialmente las madres. No pretendo menospreciar a los padres, que ninguno se me ofenda, pero es que a nosotras nos afectan muchas cosas:
  • Las tan mencionadas hormonas, que se revuelven con la pérdida de la menstruación, con el parto, con la lactancia, con la retirada de la leche…
  • El haberlo llevado dentro 9 meses, volviéndonos empáticas con él porque aprendemos a valorar cuándo algo no le gusta o cuándo se asusta. Acariciamos la barriga como si le acariciásemos a él cuando notamos que tiene hipo. Le hablamos y aplaudimos cada patadita que da, incluso las que nos destroza los riñones porque eso significa que está bien y eso es lo más importante.
  • El vacío que notamos cuando parimos. Nos pasamos 9 meses deseando ver la carita de nuestro bebé y cuando por fin lo tenemos en brazos sentimos una sensación extraña; mezcla de felicidad por un sueño cumplido y cierta nostalgia por ese inicio de pérdida que ya nunca cesa: la primera vez que se pone de pie y se aleja de nosotras, el primer día de guardería, el primer día de colegio, su primer campamento, la tan “terrible” marcha a la universidad… Todos hechos que deseamos compartir con ellos, les alentamos y les damos un pequeño empujoncito, pero también sentimos con un poquito de dolor cómo se van alejando de nosotras.
     
    Por esto, y porque creo fervientemente que uno escribe muuuuuuuuuuuucho mejor sobre lo que sabe y, obviamente de la paternidad sé un poquito menos, voy a hablaros de los mejores inventos para mamá:
    1. Para mí el primero sin lugar a dudas es la tan adorada epidural. Y el título de este post es en su honor, porque es una frase que he oído a muchas mamás. De hecho, hace poco me la dijo una prima primeriza: “qué suerte he tenido, la epidural es el mejor invento”. Para seros sincera, mi mayor miedo respecto al parto era justamente que no me la pudiesen poner, por dilatar demasiado rápido, porque no me encontrasen el punto de la punción… La verdad es que no soporto demasiado bien el dolor y no estaba segura de poder hacer ningún esfuerzo si aquel era muy intenso. No es sólo una sensación psicológica de pérdida de fuerza, sino que me baja la tensión, hasta el punto de que especialmente en el segundo parto y sin ningún tipo de problema, en plenas contracciones mi tensión estaba por los suelos, con el consiguiente susto de ginecólogo y matrona, que no quitaban ojo a mi monitorización. Así que cuando fue todo bien con la epidural… ¡Lo dicho! Un pequeño milagro y para mí, el mejor invento para una mamá.
    2. La mecedora: Para mí tiene un punto romántico de las muchas películas de amorosos padres que siempre me ha encantado. Aún así, cuando nació mi pequeña me centré más en las cosas que ella necesitaba y no me la compré. Sin embargo, cuando me quedé embarazada de nuevo aún la dormía en brazos muchas noches y no podía con el peso de mi creciente barriga más el de mi pequeña, así que elegimos una y la pusimos en su habitación. ¡Es perfecta! En ella les puedes dar tranquilamente el pecho, calmarles, incluso dormirles. Casi dos años después la seguía usando para dormir al pequeño de la casa mientras le cantaba canciones. Una compra totalmente amortizada. ¡Sorpresa! Ahora que ya se duermen en sus camitas he retirado la mecedora de su habitación porque ocupa mucho. En su lugar, he puesto un puff que tenía por casa para sentarme mientras les leo el cuento de antes de dormir. Y recientemente le he encontrado otra utilidad. El pequeño está pasando por unos días de inseguridad en los que busca otra vez los brazos de mamá, pero ya es muy grande así que no cabemos en la mecedora. En cambio, el puff, se amolda perfectamente a ambos en cualquier oposición. No me atrevería a recomendárselo a nadie justo después del parto porque está muy bajo y levantarse se convierte en un ejercicio de equilibrio al desplazarse las bolitas que lo forman por todas partes. Pero para más adelante sí que lo veo útil. Con el inconveniente que acabo de mencionar, además de no balancearse como la mecedora. Eso sí, para sujetar a bebés grandes (a mí, al final, me costaba darle el pecho a Sergio en la mecedora porque chocaba con los pies en los reposabrazos) es ideal; por no mencionar, que cuando van creciendo, les encanta jugar con él.
    3. El vigila bebés: Creo que no habría podido sobrevivir sin él. Lo digo en serio. Ya sé que parece una exageración, pero cuando eres madre primeriza todo te afecta más. A algunos les da miedo que se atraganten al amamantar o que se les caigan del cambiador; a mí me aterrorizaba la “muerte súbita” que, como ya sabréis, es cuando un bebé muere mientras duerme y desconocen la razón. Hacía todo lo que me habían recomendado. Lo ponía de lado con una toalla enrollada en uno de los lados para que no se girase dormido. Y le cambiábamos de lado cada vez que le daba de amamantar. Aún así, me pasaba muchos ratos mirando cómo dormía y no sólo por el placer que supone ver esas caritas relajadas y la sensación de paz y amor que transmiten; sino porque me daba miedo que le pasase algo. Así que incluso cuando dormía en nuestra habitación utilizábamos el vigilabebés, ya que en el nuestro, la cámara tiene dos botones, uno para encenderla y transmitir y el otro para encender una luz quitamiedos. Yo la dejaba encendida para poder mirarla cada vez que me despertaba y comprobar que estaba bien. Y conectaba la cámara cada vez que me tenía que separar de ella para hacer la comida o cualquier otra cosa.
    Cuando por fin la pasamos a su habitación con diez meses y medio, fue lo primero que pusimos junto con la cuna. Todo el mundo me decía que era totalmente innecesario pues si lloraba la iba a oír. Pero yo, seguía despertándome de noche y me desvelaba mucho menos si podía verla con el vigila bebés, colocado en mi mesita, que si tenía que ir hasta su habitación para ver si estaba bien. Por no mencionar, que a veces los bebés sollozan o nos llaman dormidos y el ida y vuelta a su habitación nos despeja de forma innecesaria.
    Al pasar a Silvia a una camita mantuvimos el aparato en su habitación porque tenía la manía de tirarse al suelo y a veces ni se despertaba, así que cogía frío. Cada vez que me despertaba miraba el receptor y si veía que no estaba en su cama pues iba a pasarla otra vez a su sitio y la tapaba.
    Hay vigila bebés de muchos tipos, y para los que no son tan miedosos como yo probablemente les bastará con los que son como walkie talkies y sólo transmiten el sonido. En cualquier caso los veo muy útiles porque nos permiten vigilarlos sin tener que estar en la misma habitación que ellos. En mi caso, la tranquilidad que me aportó, desde luego, no tiene precio. Eso sí, la verdad es que nos pasamos de precavidos y pagamos el pato. Cogimos el vigilabebés Angelcare, que además de la cámara incluye una especie de tableta que se pone bajo el colchón del bebé y detecta su respiración. Si esta cesa se enciende una alarma. Lo cierto es que el vendedor ya nos avisó que la gente no lo usaba porque daba muchas falsas alarmas y cuando llegamos a casa vimos que no lo podíamos colocar en nuestra cuna porque es necesario que haya un tablón liso bajo el colchón y la nuestra tenía varias barritas a modo de somier. Si tuviese que comprarlo hoy cogería la misma marca, pero el modelo inferior, que es bastante más barato y la única diferencia es que no incluye ese detector de respiración.
    4. Medidas de seguridad: Nosotros decidimos que lo mejor sería que los niños pudiesen corretear a sus anchas por toda la casa, por un doble motivo: por un lado para que desarrollasen sus habilidades de “escalada” (no olvidemos que son grandes trepadores de sofás, sillas, estanterías…), de observación (los niños son curiosos por naturaleza)…; la segunda razón es más egoísta. Necesitábamos que fuesen independientes porque tardamos en llevarlos a la guardería y aunque es genial estar con ellos, en una casa siempre hay cosas que hacer, así que algunos ratos, mientras yo hago mis tareas ellos juegan solos y esto ha sido así desde que empezaron a gatear. Por ello, cubrimos todas las esquinas, tapamos todos los enchufes, quitamos de su alcance las cosas peligrosas y pusimos barreras para que no accediesen a las escaleras. Después de probar varias cosas, me quedo, sin duda con las barreras de seguridad Babydan que son fáciles de instalar, se pueden adaptar a distintos ángulos y añadir extensiones para llenar distintos huecos; no son nada baratas, pero si tenéis escaleras o chimeneas en casa os las recomiendo. Yo las compré en www.oclio.es como casi todo lo de seguridad. Me encantaba esta web, pero desde hace un tiempo al teclear la dirección me deriva a su página francesa y ya no sé si seguirá mereciendo la pena los gastos de envío. Aunque ahora ya las tenéis en muchas más tiendas.
    Barrière FLEX 3 par BabyDan
            Seguro que muchos conocéis los múltiples sistemas que hay para que los niños no se pillen los dedos con las puertas. Lo malo de la mayoría es que sólo funcionan con la parte del pomo, es decir, que aún se pueden hacer daño si meten los dedos en la zona de las bisagras. Por no hablar, que dependiendo de su fuerza pueden llegar a dañar la puerta si empujan muy fuerte. Por ello, nos decantamos por este otro sistema, también de www.oclio.es, que ya se ve en casi todas las guarderías y colegios:
    Anti-pince doigt 110° - 120 cm, FINGER ALERT par Arte Viva
            El que nosotros cogimos mide un metro de alto y no permite que la puerta se cierre por completo. Cuando sólo tenemos un niño en casa esto no parece demasiado necesario, pero en el momento en el que llega un hermanito o primo empiezan nuevos juegos y nuevos peligros y las puertas son uno de los más importantes. No os hacéis a la idea de la cantidad de deditos que cosen en el hospital.
            Los enchufes me dan pánico y la mayoría de los protectores del mercado no me gustan ; algunos no encajan bien y se caen hasta sin mirarlos y otros tienes que retirarlos si necesitas conectar algo a la corriente. En la web que ya os he mencionado, que no me ha decepcionado en ningún momento, encontramos estos :
    Cache-prises avec clé de démontage (x12) par Safety 1st       
            Son geniales porque el niño, por más que quiera, no puede meter los dedos, y no quedan inutilizados. Sólo hay que meter el enchufe del aparato que se quiera conectar en los dos agujeros que se ven en la imagen y girar en el sentido que se nos permite para que encaje en los orificios de la corriente. Una idea genial.
            5. Por último, pero no menos importante, el tapiz de juego. Son unos cuadrados que aislan del frío del suelo y también amortiguan los golpes. Nosotros compramos uno para ponerlo en el salón, en lugar de una alfombra, y que pudiesen gatear a sus anchas. Los recomendados para los más pequeños son mucho más caros porque son bastante más gordos y frenan mejor los caídas. Para mí es una compra que merece la pena, sin duda. De hecho, os confesaré que dada la afición de Silvia a no dormir de noche, compramos un segundo tapiz para ponerlo en su habitación y así mientras ella jugaba calentita y sin posibilidad de hacerse daño, nosotros nos echábamos una cabezadita que otra allí tirados con ella. Para los niños un poco mayorcitos tenéis tapices por 15 € que son estupendos. Nosotros tenemos uno en la habitación que usan para jugar. Está formado por letras y números así que nos sirve para aprenderlos además de como puzzle que trasladan por toda la casa. Lo recomiendo cien por cien.
            Espero que os haya gustado la lista de mis imprescindibles y, como siempre, me encantaría que me contaráis los vuestros.  

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