Para hoy tenía preparado un post muy diferente, que comenzaba, como todos los viernes con una cita, pero lo he pospuesto por una desagradable experiencia que tuve el miércoles por la noche, cuando volvía de clase de música con mis hijos en el coche: ¿adivináis de qué se trata? Estoy hasta las narices de los conductores inconscientes que van por la carretera como si ellos fuesen los únicos. Estoy harta de ver en el Facebook diagramas de rotondas en los que se enseña que si vas por un carril interior y hay un coche en el exterior, ¡no puedes salir! Me da igual que tengas prisa, me da igual que haya 5 salidas con 3 carriles cada una, ¡que no! ¡Que no es un carril de cada salida para uno de los carriles de la rotonda! Que los carriles interiores son para que la circulación sea más fluida, pero si hay un coche en el exterior te toca dar otra vuelta a la rotonda, hasta que no haya nadie interfiriendo. Igual que cuando quieres adelantar en una recta: si hay un coche que viene en sentido contrario, no te metes en su carril, ¿no? Bueno, claro, algún cafre se acaba metiendo y luego les extraña estrellarse.
No sé si en toda España será como aquí;
desde luego, en Roma sé que también es un problema. En León es uno muy gordo.
Se empeñan en quitar semáforos y poner rotondas, que deberían agilizar la
circulación, pero lo que no dicen es que aumentan el número de accidentes
laterales de todos los que quieren salir “caiga quien caiga”. Y, sí, hablo con
conocimiento de causa y los datos están en el hospital. Llegan un montón de
traumas por esto. Pero vamos a ver, señores, si quieren salir y ven un coche,
¿por qué lo intentan? ¿Qué pretenden? ¿Qué frene el que va por el carril
exterior, entorpeciendo el sentido circular y arriesgándose a que le den por
detrás? ¿Me ofrecen alguna otra opción? Porque la siguiente y más común es
golpe al canto.
El miércoles nos libramos por los pelos.
Salgo de una calle de doble carril directamente a una rotonda, siempre por el
carril exterior, porque me da pánico no encontrar el momento para salir y a la
tercera vuelta me mareo. Un coche azul oscuro va por mi izquierda. Llevo a mis
dos niños, lo que más quiero en el mundo entero, en el coche y la famosa
pegatina “Bebé a bordo” en la luna trasera. Parece que ésta ha pasado a ser
algo ignorado. Claro que quien no valora una vida, ¿por qué iba a tener más
aprecio con la de un bebé? Mi objetivo, la tercera salida. Al parecer, el del
coche azul, la primera. Normalmente entro a paso pulga, previendo a estos
ignorantes de la conducción. En esta ocasión, entré como me correspondía, entre
40-50 km./h. Estoy tan nerviosa, porque escribo el post nada más llegar a casa
como terapia para desahogar, que ya ni recuerdo si entré en segunda o tercera.
Sé que estaba acelerando porque acabábamos de dejar el semáforo, es decir,
estaba en el proceso siguiente al arranque. Le vi por el retrovisor, con el
rabillo del ojo. No me dio tiempo ni a pitarle porque estaba demasiado ocupada
frenando. Sólo me salió un grito: “¡Pero vamos a ver!” (Por suerte no hubo
ningún taco que mis retoños escuchasen, que bastante susto se dieron ya). Eso
sí, he de reconocer al impresentable que al menos levantase la mano en señal de
disculpa. Tan sólo minutos antes, en esa misma rotonda, mientras esperaba a que
la mayor saliera de su extraescolar vi a otro indecente hacer una maniobra
similar y encima levantar un dedito nada educado al conductor que había tenido
que frenar en medio de la rotonda con el consiguiente pitido del que iba por
detrás.
Señores, si desconocen cómo funcionan
las rotondas, fíjense al menos en unas lucecitas muy significativas que tienen
los coches: se ponen intermitentes y cuando se encienden en la parte izquierda
quiere decir que ese coche va a seguir por la rotonda, es decir, que si usted
va por el carril interior le va a cortar el camino. Su solución no es acelerar
para ver si consigue cruzar porque lo más probable es que acabe como los
camicaces que cada verano mueren atropellados por un tren al cruzar por las
vías en lugar de por el paso a nivel. ¡Conchos! Que los pasos y las normas
están para algo, que si les apetece jugarse la vida lo hagan haciendo puenting
y no poniendo en peligro la de los demás. El uso de intermitentes es casi
inexistente. Me asusta pensar en el bajo porcentaje de conductores que los
utilizan. Estoy harta de esperar ante una rotonda y que cinco coches seguidos
salgan en la salida anterior a la mía y yo siga esperando porque no han
señalado que iban a hacerlo. Para los que me pitan en ese momento les diré que
cuando quiero jugar a algo lo hago a la lotería y vista mi suerte, paso de
arriesgarme en la adivinanza de si pasarán por delante de mí o saldrán antes.
Me espero y punto.
A todos esos ignorantes que no usan los
intermitentes, que no se fijan o ignoran los intermitentes de los demás y que
no tienen idea de para qué sirve una rotonda o cómo circular por ella, me
encantaría recomendarles que volviesen a la autoescuela. Pero dado el elevado
número de coches de autoescuela que veo haciendo lo mismo, me parece que el consejo
caería en saco roto, así que les animo a seguir las normas de la DGT.
Es realmente triste e irritante y te
provoca una gran sensación de impotencia estar haciendo las cosas
correctamente, volver tan tranquila con tus hijos de sus clases y oír a tu niña
quejándose de la barriga por un frenazo que gracias a Dios os ha salvado de un
choque cuyo golpe iba directo a ella.
Y, en ese sentido, quiero recordaros la
importancia de los sistemas de seguridad. Por favor, no os sirváis de ninguna
excusa para no abrochar el cinturón de los pequeños, para no ponerles en su
silla homologada. Vengo totalmente dolorida en toda la zona del cinturón, la
espalda y el cuello. Silvia viene quejándose de la barriga porque su silla
incluye un componente, que es una especie de airbag más duro que se coloca
sobre su barriga y que queda sujeto con el cinturón de seguridad. No me gustó
nada cuando lo compramos porque es una niña muy calurosa y en verano lo pasa
mal. Va muy encajada y desde fuera parece incómodo. Pero con la seguridad no se
juega. Cuando la compramos era la silla mejor valorada en este sentido y eso
era lo único que nos importaba. Sergio aún es muy pequeño para quejarse, pero
ya te vienes preocupada por si tienen alguna contractura. Parece que están bien
y por ello felicito y agradezco con toda mi alma a los inventores de los
sistemas de seguridad del coche para los niños.
Nunca se insiste lo suficiente en la
importancia de llevar a los más pequeños e indefensos bien sujetos. Muchos
accidentes tienen lugar en trayectos cortos.
Con
lo que se habla del afán recaudatorio, yo dejaría de preocuparme tanto por las
velocidades máximas, especialmente en autovías y autopistas, por invertir en
radares y en poner multas en la zona azul, que es un peñazo que si vas a
aparcar cinco minutos para recoger algo tienes que pagar el mínimo, que es
bastante más. Y que si necesitas estar 2 horas y 5 minutos, y pasan justo a las
dos horas ya te cayó multa aunque hubieses pagado religiosamente las primeras
dos horas. Y pagaría guardias de tráfico que estuviesen en puntos negros, en
rotondas y en zonas infantiles y pondría una pedazo multa, que parece que es lo
único que duele a esos cafres que no se preocupan de la vida de los demás, a
todos aquellos que pongan en riesgo a alguna persona. No está demostrado que ir
a 140 km/h. te vaya a provocar un accidente; sólo que si lo tienes el golpe es
más peligroso. En cambio, sí está demostrado que saltarse un semáforo, pasar
por un paso de cebra mientras pasan peatones o salir de una rotonda envistiendo
a otro coche, son situaciones de alto riesgo; entonces, ¿por qué eso no se
vigila más?
Me encantaría llamar la atención de
todos aquellos que no respetan las normas de circulación, pero dudo que, a
estas alturas, hagan caso a nadie. Así que sí, me gustaría apelar a la DGT para
que se preocupe más de todas esas burradas que de vez en cuando nos sacan en
los telediarios desde un helicóptero. Todos nos quedamos horrorizados y con la
boca abierta cuando vemos un camión invadiendo una mediana para dar la vuelta
en medio de una autopista. No necesitamos que nos escandalicen, sino que nos
protejan de esos cabra-locas. Por favor, inviertan en sueldos para guardias
civiles que se sitúen en zonas de riesgo más que en vigilantes de zona azul. De
una multa gorda pueden sacar mucho más dinero y el beneficio para el resto de
la población sería inconmensurable porque salvar vidas sí es importante.
Gracias a mi obsesión por la seguridad,
por seguir las normas y por tener la cabeza fría y no haberme empeñado en
cabezonerías tontas como haber seguido por mi carril cuando era evidente que el
otro coche estaba apunto de envestirme, esta vez no ha pasado nada. Si
consideramos nada, al susto que nos hemos llevado los tres y al dolor que tengo
por todo mi cuerpo.
Espero que todos los que me seguís,
seáis conductores responsables. Y espero que si alguno no ha valorado como se
merecen los sistemas de seguridad infantiles a partir de ahora lo hagan porque
si los niños no llegan a estar con el cinturón abrochado habrían salido disparados.
No me quiero poner fatalista, quiero pensar que el golpe no habría sido muy
grave, pero los dolores que tengo me recuerdan lo que pudo pasar y no paso. Por
favor, por favor, por favor, poneros los cinturones de seguridad, abrochad
siempre a los niños y respetad las normas de seguridad.
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